Más allá de ser un problema muy extendido entre la población, el exceso de ansiedad también se caracteriza por estar ligado a problemas de salud muy variados. Al tratarse de un fenómeno que implica alteraciones hormonales, comportamentales y nerviosas, su impacto se hace notar en áreas de la vida muy variadas, y normalmente no para bien.
En este artículo vamos a centrarnos, específicamente, en los problemas musculares asociados al exceso de ansiedad, los mecanismos a través de los cuales se produce esta relación entre ambos, y qué podemos hacer al respecto.
¿Cómo se relacionan los problemas de ansiedad y el dolor muscular?
En primer lugar, hay que tener en cuenta que si bien la ansiedad siempre influye de un modo o de otro al estado de los músculos, no siempre genera problemas significativos.
A veces, este efecto sobre las fibras musculares es demasiado débil, o de corta duración, y no llega a causar afectaciones de este tipo. De hecho, la ansiedad no suele ser algo malo, dado que nos ayuda a estar alerta cuando la situación lo requiere; pero a veces, se vuelve excesivo, y se acumula de un modo que lo paga la salud de nuestro organismo.
Así pues… ¿cuáles son las principales formas por las que la acumulación de ansiedad puede generar problemas musculares? Veámoslo.
1. Tensión muscular constante
La ansiedad está asociada a un estado de alerta que genera tensión muscular, dado que el cuerpo se adapta a la necesidad de tener que reaccionar rápidamente ante cualquier señal de peligro o de tener oportunidades al alcance. A la larga, esto causa un desgaste muscular y dolores provenientes de zonas muy variadas: algunas de las más habituales en estos casos son la espalda, el cuello, los muslos y también en la frente, las sienes y los lados de la cabeza, en lo que se conoce como cefalea tensional.
2. Mayor propensión a las inflamaciones
La ansiedad excesiva mantenida durante periodos prolongados debilita el sistema inmunitario, lo cual tiene repercusiones en todo el cuerpo y lo predispone a dar pie a inflamaciones. Y teniendo en cuenta que los músculos son órganos muy propensos a estas, dado que están experimentando microrroturas constantemente (a causa de su propia manera de funcionar, basada en la fuerza), eso puede dar paso a dolores y malestar generalizado.
3. Alteraciones comportamentales asociadas
No hay que olvidar que la ansiedad da pie a que aparezcan otras alteraciones de salud que afectan a todo el organismo. Por ejemplo, las personas que sufren ansiedad tienen mayores probabilidades de sufrir adicciones, así como problemas para dormir, y problemas con los hábitos alimenticios.
Esta clase de factores de desgaste del bienestar se van acumulando a medio plazo, y hacen que tanto el sistema nervioso como los músculos queden expuestos a más problemas de mantenimiento.
¿Qué hacer?
Si la ansiedad es algo tan frecuente, es en parte porque hay muchas posibles causas que le pueden dar origen. Por eso, hay una serie de recomendaciones generales a seguir en caso de que el problema no esté causando problemas graves, y que pueden ser aplicados por uno mismo, y por otro lado hay una solución para los casos en los que el daño en la calidad de vida sea demasiado significativo como para no pedir ayuda: se trata de la psicoterapia.
Empecemos por los consejos simples a seguir por parte de uno mismo:
- Ejercicios básicos de Mindfulness
- Técnicas de relajación
- Pautas horarias estrictas para ir a dormir temprano siempre
- Práctica de ejercicio moderado por la mañana o al mediodía
- Una dieta equilibrada y con todos los macronutrientes y vitaminas necesarias
Más allá de esto… ¿en qué consiste la psicoterapia? Se trata de un proceso que tiene lugar a través de sesiones periódicas semanales, en las que el psicólogo estudia el caso particular de la persona y, teniendo en cuenta las características personales de ésta, así como aquello de lo que se queja y su contexto de vida, crea un programa de intervención.
Este es una especie de entrenamiento en hábitos de gestión de las emociones, así como en aquellos que tiene que ver con la interacción con el entorno y con los demás. Dicho de otro modo, se interviene sobre el estilo de conducta de la persona con el problema a tratar (en este caso, la ansiedad) para “deshacer” el tipo de comportamientos que están dando pie a ese malestar aunque no se esté dando cuenta de ello.
Así, la intervención psicológica ayuda a la persona a ganar control sobre su manera de gestionar lo que le pasa, desprendiéndose de rutinas y hábitos que son parte de la causa de lo que le hace sentir mal.
¿Buscas apoyo psicológico?
Si estás experimentando malestar a causa de la ansiedad o por cualquier otro motivo ligado a tus emociones y a tu manera de interactuar con el entorno (o con tus propios pensamientos), te invito a ponerte en contacto conmigo. Me llamo Tomás Santa Cecilia, soy psicólogo especializado en el modelo de intervención cognitivo-conductual, uno de los más eficaces y adaptables.
Puedes contar con mi ayuda de manera presencial en Madrid, o a través de mis servicios de psicología online.
Referencias bibliográficas
- American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
- Greenberg, D.; Aminoff, M.; Simon, R. (2012). Clinical Neurology 8/E:Chapter 6. Headache & Facial Pain. McGraw Hill Professional.
- Lucchetti, G., Belitardo Oliveira, A.; Prieto Peres Mercante, J.; Prieto Peres, M.F. (2012). Anxiety and fear-avoidance in musculoskeletal pain. Current Pain and Headache Reports, 16(5): pp. 399 - 406.
- Rynn, M.A.; Brawman-Mintzer, O. (2004). Generalized anxiety disorder: acute and chronic treatment. CNS Spectrums. 9(10): pp. 716 - 723.
- Sylvers, P.; Lilienfeld, S.O.; LaPrairie, J.L. (2011). Differences between trait fear and trait anxiety: implications for psychopathology. Clinical Psychology Review. 31(1): pp. 122 - 137.
