Las 10 técnicas de conservación de alimentos más utilizadas

A lo largo de la historia, los humanos hemos podido conservar los víveres con distintos métodos.

Técnicas de conservacion de alimentos

A lo largo de nuestra historia el avance en materia de conservación de los alimentos ha tenido un impacto muy grande en nuestro éxito como especie. Ya en la prehistoria se descubrieron algunas técnicas de conservación que aún se usan hoy en día, pero la tecnología aplicada para este fin se ha ido perfeccionando a lo largo de las generaciones,

Hoy tenemos la suerte de poder disfrutar de multitud de alimentos que no tendríamos a nuestro alcance si no fuera por estas técnicas de conservación. Creemos en su trascendencia y por eso hoy en este artículo encontrarás las 10 formas más habituales de conservar los alimentos.

Las 10 formas más habituales para conservar los alimentos

La razón básica por la que tenemos que utilizar técnicas de conservación de alimentos es que tenemos que impedir que otros seres vivos coman nuestra comida. Los principales enemigos de los seres humanos en este sentido no son las hormigas o cualquier otro insecto o animal oportunista, sino los microorganismos.

Los microorganismos deterioran nuestros alimentos, pero gracias a las técnicas para conservar los alimentos que hemos desarrollado podemos luchar contra ellos. A continuación encontrarás las técnicas de conservación que inhiben su desarrollo.

1. Frío

Hoy en día llegamos de hacer la compra y lo primero que hacemos es poner muchos de nuestros alimentos en la nevera o el congelador. Obviamente nuestra vida moderna no se podría entender sin estos electrodomésticos, que han causado una auténtica revolución en nuestra manera de vivir.

Vivimos prácticamente toda nuestra historia evolutiva sin nevera y congelador, pero es necesario resaltar que conocemos la capacidad de conservación del frío desde tiempos ancestrales. Nuestros antepasados prehistóricos ya guardaban comida en cuevas y glaciares para aprovecharse de las propiedades de conservación del frío.

2. Fermentación

En la fermentación el ser humano se aprovecha del metabolismos de hongos y bacterias. Por ejemplo, algunas bacterias pueden consumir el azúcar de la leche, la lactosa, y dan como resultado ácido láctico y un producto que conocemos como yogur.

Esto nos beneficia de dos manera, pues además de alargar el tiempo de conservación de un producto como la leche, conseguimos poder disfrutar de otro alimento nuevo. Otros ejemplos son la cerveza, el queso, el kéfir, los encurtidos vegetales, el té fermentado, el tempeh o el miso.

3. Salazón

Hace miles de años ya se observó que salando ciertos alimentos se podía conseguir que estos aguanten mucho tiempo. La sal hace que el alimento pierda agua, y juntamente con la alta concentración de sal hace que los microorganismos no se puedan desarrollar en un alimento tan hostil.

Esta técnica se conoce como salazón, y una vez queremos consumir el alimento que ha estado salado lo podemos desalar con agua. El producto final adquiere otras características organolépticas y en general resulta muy apreciado.

4. Hierbas o plantas

Partes de diferentes plantas se han venido utilizando desde tiempos remotos para ayudar en la conservación de alimentos. Por sí sólo no es un método generalmente muy contundente, pero en ciertas situación y combinado con otros como el anterior se puede conseguir un buen resultado.

Muchas hierbas, raíces, frutos o bulbos contienen compuestos que inhiben el crecimiento bacteriano, como por ejemplo: romero, anís, salvia, cúrcuma, canela, pimienta, ajo, clavo, orégano, limón, etc.

5. Deshidratación

La deshidratación consiste en sacar agua de un alimento. Generalmente, cuanto más agua tiene un alimento más facilidad tienen los microorganismos para aprovecharlo, de modo que les restringimos sus posibilidades de proliferación.

Un ejemplo es añadiendo sal como hemos visto, pero existen más. Por ejemplo, desde nuestra historia remota se ha usado el sol y los hornos de leña para secar alimentos. Hoy en día existen máquinas más modernas para ello.

6. Ahumado

La técnica del ahumado es también muy antigua, apareciendo en algún momento posterior al dominio del fuego. Los alimentos que se acercan a un fuego se secan por el calor, por lo que pierden agua, pero además adquieren características singulares gracias al humo.

El humo aporta una serie de sustancias fruto de la combustión de la madera que da un gusto y un sabor muy particular a la comida. Se trata de una técnica de conservación que transforma el producto.

7. Aceite

El aceite también es un aliado para la conservación de nuestros alimentos, pues bañar nuestros alimentos en el hace que muchos microorganismos no puedan prosperar. El aceite reduce la posibilidad de que las bacterias aeróbicas puedan utilizar el oxígeno del aire para desarrollarse.

Aún así, existen muchas bacterias anaeróbicas (es decir, que no utilizan oxigeno para realizar su metabolismo) que pueden reproducirse a pesar de que guardemos los alimentos en aceite. Es por esta razón que las conservas en aceite se combinan con cocciones en el proceso de envasado.

8. Mermelada

Además de quitar agua, lo que ayuda a inhibir el crecimiento de los microorganismos es añadir azúcar. Es una estrategia inversa, pues si añadimos mucho azúcar en un producto hay menos agua. Y además, como sucede con la sal, la alta concentración de azúcar perjudica la proliferación bacteriana.

Normalmente esta técnica de conservación se aplica con fruta, que puede conservarse durante meses y años transformándola en mermelada.

9. Vacío

Para envasar al vacío lo que se hace es que se quita el aire y el alimento se ve mucho menos expuesto al oxígeno. Esto ayuda enormemente a frenar la proliferación de bacterias aeróbicas, pero las anaeróbicas pueden continuar su desarrollo.

En general envasar con films de plástico permite ganar bastantes días a la hora de conservar un producto. Normalmente el alimento se puede guardar en la nevera, combinando las dos técnicas de conservación.

10. Pasteurización

La pasteurización es una técnica moderna para conservar los alimentos. Generalmente consiste en aplicar una gran dosis calor (150ºC) a alimentos líquidos en cuestión de milésimas de segundo, consiguiendo matar muchos microorganismos.

Después de tal inyección de temperatura el producto se envasa herméticamente, consiguiendo alargar mucho la fecha de caducidad. Desafortunadamente este procedimiento también mata algunos microorganismos que pueden actuar como probióticos en nuestro cuerpo.

Referencias bibliográficas

  • Fellows, P. y Hidellage, V. (1992). Making Safe Food. Londres: IT Publications.
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