Luz de Gas (gaslighting): ¿en qué consiste esta sutil forma de violencia?

La luz de gas o gaslighting es una forma de violencia psicológica aparentemente sutil, pero muy dañina. En ella, el agresor hace creer a la víctima que su percepción de la realidad está distorsionada.

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La violencia en la pareja es un fenómeno más frecuente de lo que podría parecer. Aunque la idea de que la violencia solo se manifiesta a través de agresiones físicas está muy extendida, nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que puede adoptar formas variopintas, algunas más explícitas que otras. Habitualmente, antes de que aparezcan los golpes, se va gestando un escenario caracterizado por las humillaciones, los insultos, las faltas de respeto o el control sobre la víctima.

En cierta forma, la violencia se va incrementando en escalada, comenzando por actos casi imperceptibles que evolucionan hasta dar pie al daño físico. Así, la violencia en la pareja podría ilustrarse como una especie de iceberg, donde la sociedad sólo ve aquellas manifestaciones extremas, obviando todo el camino de sufrimiento psicológico que la víctima ha atravesado hasta llegar a ese punto.

Las cicatrices emocionales del maltrato psicológico

Aunque la violencia psicológica no deja marcas en el cuerpo, eso no significa que sea menos grave. Por el contrario, se trata de un fenómeno devastador para la víctima que lo sufre, que termina por quedar anulada, bloqueada y aislada. Un tipo de violencia muy particular por su expresión sutil a la par que dañina es la llamada luz de gas, también denominada “gaslighting”.

El maltrato psicológico “luz de gas” recibe su nombre por la película Gaslight, de George Cukor. Esta cinta refleja la historia de una mujer manipulada por su pareja, quien le hace creer que la realidad que vive es falsa y que sus percepciones están distorsionadas a causa de problemas de memoria y alteraciones mentales.

El poder del maltrato es tal que la mujer cree firmemente estar volviéndose loca aunque en realidad todo lo que sucede es obra del agresor. En otras palabras, su marido consigue modificar toda su visión del mundo que le rodea hasta inducir en ella un estado de desequilibrio mental. Esta violencia adopta manifestaciones tan discretas que es especialmente difícil para la víctima y su entorno detectarla. A pesar de su aparente sutileza, el daño experimentado por la persona que la sufre es muy intenso y puede mermar seriamente su salud mental.

La luz de gas puede aparecer en combinación con las agresiones físicas o ser un antecedente de estas. En cualquier caso, salir de esta situación es especialmente complicado, pues la víctima se encuentra anulada en todos los sentidos. Debido a la importancia que tiene detectar este fenómeno de forma precoz, en este artículo vamos a profundizar acerca de qué es el maltrato luz de gas y qué señales lo caracterizan.

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¿Qué es el gaslighting o luz de gas?

La luz de gas o gaslighting es una forma de maltrato psicológico por la que el agresor somete y anula a la víctima con acciones sutiles y, muchas veces, imperceptibles. A pesar de no ser una violencia explícita, es tremendamente efectiva y ejerce un daño devastador sobre la persona que la sufre. Mediante la repetición de afirmaciones, la negación de hechos que sí sucedieron o el uso de estrategias que fomentan la dependencia emocional, el agresor consigue manipular y anular la voluntad de su víctima, quien termina por creer que está equivocada, que todo lo que sucede es culpa suya y que incluso está perdiendo la cabeza.

Esto contribuye a que la persona se encierre cada vez más en sí misma, lo que hace aún más difícil que los familiares y amigos puedan identificar señales de alarma. Habitualmente, este tipo de violencia se produce en el marco de la pareja, como una manifestación más de la violencia de género. El vínculo sentimental que une a la víctima con el agresor puede contribuir a empañar aún más los signos que indican que algo no va bien. Además, no es extraño que esta violencia quede restringida al ámbito privado, siendo apenas perceptible en el exterior.

Debido a la naturaleza de este tipo de violencia, la víctima rara vez es consciente de estar sufriendo maltrato. Aunque puede existir un gran sufrimiento, la manipulación convierte a la mujer en un manojo de miedos y dudas que le impiden ver con claridad la situación que está viviendo. Al no existir agresiones claras, no hay un reconocimiento de sí misma como víctima.

Esto tampoco da margen a las autoridades para actuar, ya que al no existir evidencias específicas es complejo determinar si efectivamente hay una situación real de maltrato. La mujer encuentra mucha dificultad para explicar lo que está sufriendo, por lo que la mayoría rechaza denunciar y, las pocas que se animan a dar el paso, se topan con trabas que llevan a que su denuncia sea archivada. A continuación, vamos a identificar algunos signos que pueden indicar que una persona está sufriendo maltrato psicológico tipo luz de gas:

  • El agresor repite continuamente a la víctima que está loca o que está perdiendo la cabeza.
  • El agresor se encarga de manipular las situaciones para presentarse a sí mismo como la víctima de lo que hace su pareja.
  • La víctima experimenta un continuo sentimiento de culpa, ya que el agresor procura hacerle responsable de todo lo que sale mal.
  • La víctima puede llegar a experimentar desconexión con la realidad o despersonalización, de forma que duda de su visión del mundo que le rodea. Por supuesto, este fenómeno inicia cuando comienza su relación con el agresor y nunca se ha sentido así con anterioridad.
  • El agresor contradice a la víctima en prácticamente todo, incluso en cuestiones de escasa trascendencia.
  • El agresor puede atacar verbal o físicamente cosas que tienen valor para la víctima.
  • El agresor miente continuamente y niega abiertamente cosas que han sucedido.
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Como vemos, los agresores ponen en tela de juicio todo lo que hace o dice la víctima, incluso sus propios sentimientos, que son tachados como exageraciones o invenciones. De forma progresiva, la víctima interioriza que todo es problema suyo, que no es suficiente y que siempre está equivocada. Todo ello termina anulando su criterio y opinión, adoptando una actitud de absoluta sumisión frente a su agresor. En definitiva, este logra tener el control total de su persona.

Como comentábamos anteriormente, salir de esta pesadilla es todo un desafío. Las víctimas de luz de gas terminan exhaustas, agotadas, sin fuerzas para luchar. En este sentido, el apoyo terapéutico de un profesional de salud mental puede ser de ayuda para adquirir conciencia de lo que sucede, adoptar una perspectiva real de lo que está sucediendo y alejarse del agresor. Intervenir en casos de este tipo resulta esencial, ya que la inseguridad y el daño en la autoestima de la víctima repercuten en todos los planos de su vida, haciéndole sentir incapaz de confiar en sus capacidades y vivir de una manera libre y autónoma.

El fenómeno la luz de gas afecta principalmente a las mujeres, aunque los hombres también son susceptibles de sufrirlo. En el caso de ellos, la detección es aún más complicada, ya que al ser menos común que sean maltratados por su pareja es complejo detectar una violencia aparentemente tan sutil. De igual manera, este tipo de maltrato psicológico puede afectar a personas de todas las edades. Los más jóvenes no son, en absoluto, la excepción, siendo mucho más habitual de lo que parece este tipo de violencia. Las nuevas generaciones también perpetúan esta forma de malos tratos, alimentando los roles de género que hay establecidos en torno a la pareja.

Al tratarse de un tipo de violencia tan escurridizo, las autoridades aún tienen mucho trabajo por hacer para mejorar la atención y protección de las víctimas. El papel de las instituciones es esencial, ya que la administración pública puede, mediante recursos especializados, identificar de manera temprana este problema. Los profesionales que atienden a estas personas deben estar formados, pues en los primeros momentos no es fácil abordar la situación.

Es frecuente que exista una fuerte ambivalencia hacia el agresor, pues quien les daña es al mismo tiempo alguien con el que están sentimentalmente unidas. La falta de reconocimiento de sí mismas como víctimas requiere un trabajo terapéutico previo que les permita despejar sus miedos y dudas antes de decidir dar un paso más y notificar la situación a los organismos pertinentes.

Además, la sociedad debe ser educada para adquirir una mayor sensibilización al respecto. El apoyo de los profesionales y de la sociedad es crucial para que todas las víctimas de luz de gas se sientan acompañadas, puedan contar su relato sin temor a ser juzgadas o no creídas, y poder recuperar la libertad que el agresor les ha arrebatado.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de un tipo de maltrato psicológico muy frecuente, especialmente en el marco de la pareja: la luz de gas. Esta violencia consiste en que el agresor somete y anula a su víctima mediante acciones sutiles. A pesar de lo difícil que es detectarla, se trata de una forma de violencia especialmente dañina para quien la sufre. La víctima comienza a dudar de sí misma y se siente continuamente culpable, ya que el agresor se encarga de hacerle sentir que está loca y que todo lo que siente, piensa y dice no es válido.

A pesar de ser un fenómeno habitual en todas las edades, las autoridades aún no están suficientemente preparadas para atender estos casos. Al ser una violencia sin evidencia explícita, probarla es todo un desafío y la mayoría de denuncias terminan siendo archivadas. Por este motivo, es esencial aumentar la concienciación y sensibilización de la sociedad, formar a los profesionales de la administración pública en esta materia y ofrecer ayuda terapéutica a aquellas víctimas que estén sufriendo esta situación.

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