¿Por qué son importantes las grasas para el cerebro? La ciencia nos da la respuesta

Las grasas siempre han sido demonizadas, pero lo cierto es que son nutrientes esenciales especialmente importantes para el funcionamiento óptimo de nuestro cerebro. Veamos las bases neurológicas y nutricionales de esta relación.

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Las grasas siempre han tenido mala fama en temas de salud. En la cultura popular se suele tildar de lo más perjudicial para nuestro organismo y se defiende que se deben evitar a ultranza. Realmente, esto es una creencia perjudicial para nuestra salud, pues nos priva de unos nutrientes que nuestro cuerpo necesita, especialmente nuestro cerebro, un órgano hecho de pura grasa.

No todas las grasas son malas para nuestra salud y, a continuación, vamos a descubrir cuál es la importancia de las grasas en el cerebro, además de descubrir unos cuantos alimentos que nos las ofrecen. Aunque socialmente las grasas tienen mala fama, considerándose muy poco sanas, lo cierto es que son esenciales para nuestro organismo al igual que los carbohidratos, las proteínas, los minerales y las vitaminas.

Eliminar por completo el consumo de lípidos sería sumamente perjudicial para nuestra salud, viéndose afectados todos nuestros órganos, en especial uno que se compone en un 60% de grasas: el cerebro. Decir que la grasa es mala para el cerebro es como decir que los bloques son malos para un edificio. Nuestro encéfalo depende de la grasa para darle su estructura y que su funcionamiento pueda seguir correctamente.

¿Por qué las grasas son buenas para nuestro cerebro?

Nuestro órgano pensante requiere de grasa para poder funcionar bien, pero no todas son válidas. Las grasas saludables, las que necesita nuestro cerebro, se obtienen a través de una alimentación saludable y variada. La nutrición afecta al desarrollo del cerebro y su funcionamiento a lo largo de toda la vida. Una dieta saludable, llena de vegetales de hoja verde, vitaminas y proteínas ayuda a desarrollar y mantener al cerebro en buena salud.

Las grasas actúan como un combustible para el cerebro. Una nutrición rica en grasas saludables fomenta la cetosis, la cual provee al cerebro de energía y ayuda a protegerlo contra enfermedades cerebrales. Una dieta alta en grasas monoinsaturadas contribuye a incrementar la producción de acetilcolina, un neurotransmisor que juega un papel clave en el aprendizaje y la memoria.

El cerebro humano se diferencia al del resto de primates por su alto contenido en grasa, algo resultado de la evolución. De acuerdo con teorías como la defendida por Adrienne Zihlman, de la Universidad de California, y Debra Bolterb, de la universidad sudafricana de Witwatersrand, los lípidos han sido claves en la evolución del ser humano, triplicándose su tamaño gracias a al ingesta de carne, rica en proteínas y grasas. Eso llevó a algunos cambios más en el cuerpo de nuestros antepasados, como una reducción del colon y un alargamiento del intestino delgado para poder diferir mejor este tipo de alimento.

Además, la grasa estructural del cerebro es fundamental para que pueda funcionar bien. Esta sustancia aisla muy bien la electricidad, algo que permite que las neuronas, que se comunican a través de impulsos electroquímicos, puedan transmitir la información adecuadamente entre ellas. Sin esa grasa, nuestro cerebro se podría sobrecalentar cada vez que las neuronas hablaran entre ellas, algo que ocurre constantemente.

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Grasas comunes y su relación con nuestro cerebro

Vamos a ver unas cuantas grasas comunes y cuál es su funcionamiento en el cerebro humano.

1. Grasas saturadas

Las grasas saturadas son uno de los principales componentes de las neuronas y, por ese motivo, las necesitamos tanto para que las células nerviosas funcionen bien. Tomar alimentos con este tipo de grasas reduce el riesgo de desarrollar demencias. Como punto añadido, las grasas saturadas contribuyen al buen funcionamiento del hígado y el sistema inmune, además de mantener el equilibrio hormonal.

2. Grasas poliinsaturadas

Las grasas poliinsaturadas son muy buenas para nuestra salud dado que contienen ácidos grasos esenciales, como el omega-3 y el omega-6, necesarios para que el cerebro funcione correctamente. Consumir altas cantidades de ácidos grasos se relaciona con un menor riesgo de sufrir depresión.

3. Ácido docosahexaenoico (DHA)

El ácido docosahexaenoico (DHA) es un elemento esencial para el ácido omega-3. Se ha visto que este componente ayuda al cerebro en funciones tales como la memoria, las matemáticas, el habla y las habilidades motoras. Consumir grandes cantidades de omega-3 podría ayudar en la sintomatología del TDAH, depresión y trastorno bipolar.

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Alimentos ricos en grasas saludables

Como decíamos, las grasas no son malas para nuestra salud, al menos no todas. Hay ciertos alimentos cuyas grasas sirven para que nuestro cerebro funcione en perfectas condiciones, con lo que es altamente recomendable introducirlos a nuestra dieta. Entre estos alimentos destacamos:

1. Pescados azules

Los pescados azules como las sardinas, el salmón, el atún, la trucha o la caballa aportan gran cantidad de ácidos grasos omega-3. Lo mejor es consumir estos pescados frescos y es preferible tomar los de menor tamaño, pues hay menor presencia de metales pesados como el mercurio.

2. Aguacate

El aguacate debería ser un alimento básico en nuestra alimentación. Este vegetal aporta nutrientes que ayudan a estabilizar el azúcar en sangre, proporcionando además energía al cerebro. El aguacate mejora el torrente sanguíneo en el cerebro, mejorando su funcionamiento.

3. Aceite de oliva

El aceite de oliva aporta grasas vegetales que mejoran la memoria y protegen al cerebro de padecer demencia. El aceite de oliva virgen extra y prensado en frío aporta una mayor cantidad de polifenoles, antioxidantes que ayudan a prevenir el envejecimiento y deterioro de las neuronas.

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4. Aceite de coco

El aceite de coco es rico en grasas saturadas, pero que son diferentes a los de la carne roja o queso. En este caso, se trata de grasas triglicéridas de cadena media, las cuales se metabolizan mucho mejor. Esto convierte al aceite de coco en un alimento clave para mitigar y, en la medida de lo posible, prevenir enfermedades como el alzhéimer o la epilepsia.

5. Frutos secos

Tomar un puñado de frutos secos al día es un buen hábito a adquirir. Los frutos secos tienen grasas insaturadas y vitamina E, ambos nutrientes ayudan al funcionamiento cerebral. Las nueces, almendras y pecanas protegen contra el deterioro cognitivo. Las nueces son una fuente ideal de omega-3. Lo ideal es tomar frutos secos al natural, sin estar fritos ni salados.

6. Huevos enteros

Los huevos enteros contienen grasa saturada y colina, las cuales ayudan a mejorar la memoria y la salud cerebral en general. La clara de huevo, además, son una fuente de proteína, aportando energía.

¿Y las grasas “malas”?

No se debe pensar que todas las grasas son igualmente buenas. Existen algunos lípidos que perjudican nuestro funcionamiento cerebral y que deben evitarse: las grasas trans. La comunidad científica ha advertido del riesgo de estas grasas, que elevan la tasa de enfermedades cardíacas y correlacionan con un mayor riesgo de presentar accidentes cerebrovasculares.

Las grasas trans se encuentran en alimentos que han sido sometidos a hidrogenación, especialmente la comida rápida, la pastelería industrial, los fritos y los productos procesados en general. Este proceso sirve para que conserven su sabor, pero le quitan por completo cualquier propiedad beneficiosa para nuestro cerebro. Por eso, lo mejor es evitar las grasas trans por completo.

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