Todo me sale mal: ¿por qué tenemos esta sensación y qué hacer?

Sentir que nada va bien es muy normal hoy en día, pero hay una serie de razones detrás de este sentimientos. Identificarlas nos permitirá poner orden en nuestra vida.

Todo me sale mal

A veces uno pasa por malas rachas o por épocas que siente que todos son zancadillas y que uno no puede avanzar. De repente, los sueños se diluyen y uno a veces pierde la motivación o se levanta sin saber cuáles son sus objetivos fijados. Los días pasan y te sientes como un hámster atrapado en una rueda que no deja de girar.

Pero, ¿es verdad que todo te sale mal? ¿Podrás salir de esta? Lo cierto es que aunque uno se pueda sentir perdido, todo es transitorio en esta vida y todo pasa. Cuando atravesamos este tipo de espirales negativas en las que uno no ve la luz, lo mejor es detenerse. Es importante darse un tiempo, aceptar que uno se siente mal y analizar lo que nos sucede y pensar en qué podemos hacer.

Casi sin darnos cuenta, entramos en un estado de indefensión en el que asumimos que, hagamos lo que hagamos, nada cambiará nuestra situación adversa. Sin embargo, hay algo detrás de estas experiencias. ¿Es el destino que conjura contra nosotros? ¿Hay algo malo en nuestra persona? En este artículo intentaremos responder a estas y otras preguntas.

¿Por qué todo me sale mal? Causas detrás de este sentimiento

No sabemos si existe la mala suerte ni si esta se puede controlar. Por ello, debemos buscar causas objetivas y concretas. Son muchos los factores personales que pueden influir en la manera que observamos la realidad, los cuales se pueden cambiar con esfuerzo personal o buscando ayuda profesional.

Cuando conseguimos identificar los detonantes que hay detrás de los hechos negativos, es posible que obtengamos una mayor sensación de control que nos permita tomar riendas al asunto. Hagamos un repaso a las posibles causas.

1. Fenómeno del filtrado

Parece ser que detrás de esta creencia de que nada nos va bien hay una distorsión cognitiva. Consiste en seleccionar en forma de “visión de túnel” un solo aspecto de una situación, aspecto que tiñe toda la interpretación de la situación y no se da cuenta de que los otros se contradicen.

Se filtra todo lo negativo y lo positivo se olvida. Uno se fija solo en lo que sale mal y solo presta atención al error, percibiendo solo lo adverso y sin poder ver nada más. Esta distorsión se puede detectar con palabras claves como “no puedo soportar eso”, “no aguanto que”, “es horrible” o “es insoportable”.

2. Baja autoestima

La autoestima puede debilitarse y variar con el tiempo y con las experiencias. Por este motivo, la autoestima no es algo que se pueda conseguir de un día para otro ni tampoco se conserva de por vida. Una baja autoestima nos puede hacer dudar de nuestra valía y vernos a nosotros mismos de una manera mucho más negativa.

No es de extrañar, pues, que si tenemos una baja autoestima percibimos todo lo que nos rodea bajo el prisma de la negatividad. Por ello, si en algún momento en nuestra vida nos encontramos preguntándonos por qué todo nos sale mal, no está de más que nos preguntamos cómo va nuestra autoestima y el amor propio. La baja autoestima es algo que se puede trabajar con la ayuda de un psicólogo para volver a percibirnos con el verdadero valor que tenemos.

Baja autoestima

3. Pesimismo aprendido

El pesimismo es una manera de pensar y comportarse caracterizada por que la persona lo juzga todo lo que le sucede del peor modo posible, en el sentido que realiza interpretaciones negativas de lo que ocurre y de lo que va a ocurrir. Por lo tanto, el pesimismo es un rasgo cultural más y se puede acabar aprendiendo y acabar integrándose en la mentalidad de una persona.

Si hemos crecido oyendo este tipo de mensajes, es difícil desprenderse de esta forma de ver la vida. El pesimismo puede entrar en contraste con el optimismo que a veces se nos infunda en esta sociedad, donde parece que siempre debemos ser felices. Si bien el optimismo también puede ser tóxico, es importante corregir el pesimismo para poder encarar la vida de la mejor manera.

4. Trastorno encubierto

No debemos olvidar que detrás de esta sensación puede haber algún problema psicológico o de un trastorno mental que requiere intervención psicoterapéutico. Los trastornos del estado de ánimo, como la ansiedad y la depresión, actúan como una niebla oscura que lo hace todo más confuso.

De esta manera, la idea de que nada nos sale bien puede ser como respuesta de un trastorno de ansiedad o de una depresión. Las personas que sufren una depresión suelen autoculparse de las cosas malas que le suceden y tienden a pensar que merecen sus desgracias. Suelen devaluarse mucho a sí mismos y pueden atribuir aquellos méritos a la suerte y no a los fruto de sus esfuerzos.

5. Tiempos difíciles

Por último, debemos tener en cuenta que a veces se atraviesan tiempos difíciles y salir de ellos no siempre está en nuestras manos. Vivir una pandemia mundial, la caída de la economía, la muerte de un familiar y otros hechos pueden afectar profundamente a nuestras vidas. Es posible que estos momentos no perduren para siempre, sin embargo, es esencial aceptarlos y ser conscientes de que, a veces, no podemos hacer nada.

Por lo tanto, es fundamental aceptar la situación en la que nos encontramos y pensar que será pasajero. Del mismo modo, es muy recomendable dejarse cuidar y aconsejar por aquellos seres queridos y entender que a veces tenemos que dar un tiempo para recomponernos. Al fin y al cabo, es vital aceptar que la vida no es un suceso perfecto de hechos (justo al contrario), y aceptarlo nos hará reducir la frustración.

¿Qué podemos hacer para recuperar el optimismo?

En primer lugar, es importante no perder la calma y no quedarse estancado en el “nada me saldrá bien". Puede irte bien potenciar el pensamiento positivo e intentar que tu voz interior no sea negativa, al contrario, que sea lenguaje positivo para poner el cerebro a nuestro servicio. Pensar que todo va a salir bien y dar el valor suficiente a la salud, a la familia y al empleo pueden ayudar a proporcionar bienestar y satisfacción. El pensamiento positivo implica un nuevo replanteamiento y las actitudes positivas pueden motivarnos a participar en una acción constructiva.

Intenta rodearte de personas positivas, porque de la misma manera que surge con el optimismo, tener una red de personas que piensan positivamente te puede ayudar a sobrellevar los problemas. Es importante compartir tiempo con aquellas personas que te hagan sentir aceptado y valioso.

Para adquirir el hábito de pensamiento positivo, puedes hacer una reflexión sobre aquellas cosas que te salen mal, reflexionar sobre el porqué de esas situaciones y observar cómo influye tu pensamiento para que estas cosas te pasen. Algunos terapeutas recomiendan hacer uso de un diario, ya que escribir no solo te permite ordenar y vaciar la mente, sino que también te permite vislumbrar de una forma muy clara cuáles son los temas que más te preocupan y los más recurrentes.

Positividad

Habiendo visto la importancia de reconocer el problema, es fundamental aprender a priorizar los conflictos. Lo ideal es hacer una evaluación enfocada en aquello que requiere solución antes de cualquier cosa y focalizarnos en resolver uno. De esta manera, reduciremos el estrés y veremos las cosas con más perspectiva. Además, priorizar nuestros problemas hace que adquiramos una mayor capacidad de planificación estratégica.

Cuando te levantes, intenta marcar cuáles serán los objetivos del día para empezarlo mucho más motivado. Aquellas personas que planifican antes de actuar suelen obtener mejores resultados. Cuando se haya identificado el área del problema y se haya establecido la lista de prioridades, no está de más invertir parte de tu tiempo en cómo abordar el problema.

Tranquilo, después de un mal día es normal sentirse mal con uno mismo. Sin embargo, es fundamental elevar la autoestima y una buena manera de hacerlo es celebrando las buenas acciones con personas que tengamos cerca y que nos aprecien. A veces, se nos ha bombardeado demasiado con la importancia de la humildad y hemos olvidado lo importante de sentirnos orgullosos de lo que hacemos.

Hay muchas acciones pequeñas que pueden hacerte cambiar de ánimo. Salir del bucle de negatividad y procrastinación no siempre es fácil, pero basta con hacer un pequeño movimiento para que la rueda empiece a girar a nuestro favor. También se debe aceptar que hay aspectos que se escapan de tu control y que hay ciertas épocas complicadas donde las cosas no nos son propicias.

De la misma manera, es importante dedicar unos minutos a la relajación del cuerpo. Existen muchos métodos de relajación naturales que se basan en procesos mentales activos que dejan el cuerpo y la mente centrados y calmados. Algunas de las técnicas se llevan a cabo mediante la meditación donde el estrés acumulado se elimina, la energía aumenta y nuestra salud mejora.

Para hacer esta práctica, busca un buen lugar donde puedas estirarte y haz respiraciones profundas desde del abdomen hasta los pulmones, tomando y exhalando todo el aire que puedas de forma consciente. En concentrarte con la respiración conectaras con la tierra y con el presente y te permitirà hacer una toma de plena consciencia con la realidad.

Finalmente, no dudes en pedir ayuda a profesionales, los cuales te ayudarán a identificar mejor cuáles son los aspectos que no te dejan avanzar y te guiarà en un proceso terapéutico que tiene como objetivo tu crecimiento personal. Puedes buscar profesionales aquí.

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