El mito (o alegoría) de la caverna de Platón

Este filósofo griego elaboró una idea para ilustrar cómo el ser humano se enfrenta a la Verdad.

Mito de la caverna de Platón

Platón no solo fue uno de los filósofos más importantes de la Antigua Grecia. Además, es uno de los pensadores que más ha influido a Occidente en la manera en la que se ha pensado acerca de las ideas y su relación con la realidad material que nos rodea.

Estas ideas quedan muy bien recogidas en uno de los escritos más memorables de este filósofo ateniense: el que hace referencia al conocido como “mito de la caverna de Platón”, y que forma parte de La República, la obra más conocida de este autor.

En este artículo veremos qué dice la alegoría de la caverna de Platón y de qué manera plasma las ideas de este pensador griego.

El mito o alegoría de la caverna

Platón

En primer lugar, es necesario aclarar que a pesar de que este texto sea conocido sobre todo como "el mito de la caverna de Platón”, técnicamente no es un mito, sino una alegoría.

Esto es así porque no consta que fuese una narración o una reinterpretación de una historia ficticia tradicional y compartida por una comunidad cultural, tal y como pasa en los mitos.

En todo caso, se trata de una historia que le permite a Platón desarrollar sus ideas mediante una alegoría que representa de manera visual el proceso por el que, según él, se accede a la verdad y al conocimiento verdadero.

Por ello, la alegoría de la caverna de platón nos presenta una situación que ni ha ocurrido nunca de manera literal ni tiene por qué ocurrir, y que al mismo tiempo no sirve para explicar ni la naturaleza de héroes, dioses o semidioses ni sus hazañas ficticias, sino que simplemente ayuda a comprender una parte de la filosofía de Platón.

Veamos, pues, cuál es esa historia narrada de manera alegórica, y qué significa según el filósofo ateniense.

¿Qué significa el escrito de la caverna de Platón?

En el mito de la caverna, Platón nos pide que imaginemos a una serie de personas encadenadas a una roca en el fondo de una cueva, mirando todas ellas en dirección a una de las paredes abovedadas.

Detrás de estas personas y de la gran roca a la que están sujetas, hay una serie de personajes que los encadenados no pueden ver (al estar mirando en dirección contraria y estar la roca de por medio) y que sujetan sobre ellos figuras en forma de silueta de objetos, animales, personas y accidentes geográficos: en esencia, representaciones de todo lo que podemos percibir a través de los sentidos.

Y por detrás de estos personajes que van moviéndose y cambiando de figuras constantemente, hay un gran fuego, de manera que la sombra de esas figuras crea siluetas de sombra en la pared que los encadenados pueden ver.

Es decir: los encadenados solo pueden ver la pared abovedada y las sombras con forma de silueta que se proyectan en ella constantemente. Según platón, la exposición constante a esta clase de estímulos hace que los encadenados crean que la única realidad que existe son esas sombras: ni siquiera se formulan preguntas sobre qué es lo que las proyecta.

En contraposición a esto, Platón señala que si alguno de los encadenados rompe esta dinámica de pasividad que implica quedarse mirando a una pared contemplando sombras y decide liberarse de las cadenas, tendrá la oportunidad de acceder a la Verdad, el conocimiento verdadero que supone ser consciente de que existe un mundo más allá de esa pared de la cueva. Sin embargo, este proceso de liberación no es fácil y exige de mucho esfuerzo y sacrificios.

Las fases del acceso a la Verdad

Veamos aquí cuáles son las fases por las que, según Platón, alguien puede abandonar la fase del engaño que implica depender solamente de los sentidos y, poco a poco, acceder al conocimiento verdadero.

1. Fase de los engaños y las sombras

El hecho de que Platón utilice las sombras como ejemplo de engaño no es casual: estas representan el modo en el que los sentidos nos pueden dar a entender algo que no es, un elemento que solo nos puede servir para acceder a la verdad si miramos en la dirección en la que está su origen.

Este es, según este filósofo, el estado en el que están por defecto todas las personas, dado que para querer acceder a la verdad es necesario proponérselo conscientemente e ir más allá de las explicaciones cómodas y convenientes acerca de lo que pasa en la realidad.

2. Fase de la liberación de las cadenas

Zafarse de la zona en la que uno está aprisionado es una reacción necesaria para ser verdaderamente sabio, según Platón, pero no es la única ni es suficiente para acceder al verdadero conocimiento. Solo es el primer paso, la señal de que se ha dejado de considerar el mundo de las sombras como el único mundo posible.

3. Fase de la ascensión

Esta es una de las partes más importantes en el mito de la caverna, dado que está compuesta de casi todos los esfuerzos y sacrificios de obligado cumplimiento para acceder a la verdad. Como veremos, se trata de una batalla contra uno mismo y los engaños de los sentidos, fundamentada sobre todo en la introspección y el uso de la razón.

Al final de este recorrido por el que se va subiendo por la cueva hasta encontrar la salida, la persona liberada accede al exterior, al aire libre. Allí es deslumbrada por la luz solar, que en contraste a la luz emitida por el fuego de la cueva, representa lo verdadero, aquello que no tiene como objetivo crear engaños, sino que existe por sí mismo.

Al principio, acostumbrarse a la luz solar es doloroso, sobre todo para alguien acostumbrado a la oscuridad de la cueva. Sin embargo, al final, quien se ha liberado de las cadenas y ascendido por la cueva aprende a estar expuesta a esa claridad.

4. Fase del retorno

Hasta ahora, hemos visto un proceso de liberación que es sobre todo individual, de carácter personal.

Sin embargo, Platón ve en la Verdad algo que debe ser conocido por todos, más allá de las preferencias y las prioridades de cada uno. Dado que lo verdadero existe, debe impregnar todas las conciencias humanas.

Por ello, quien se ha liberado y salido de la cueva debe volver a esta para compartir sus conocimientos con el resto y alentar a los demás a liberarse de las cadenas y los engaños.

Su relación con la filosofía platónica

Como hemos visto, Platón distingue claramente entre lo falso y lo verdadero, hasta el punto en el que en esta alegoría les atribuye dos espacios diferentes, cada uno relativamente aislado del otro, pero en el que la verdad es mucho mayor y no está restringida a un contexto muy particular, sino que abarca prácticamente toda la realidad.

Esta división es característica de la filosofía Platónica, que en muchas ocasiones ha llegado incluso a ser definida como dualismo, en el sentido de que el mundo de lo verdadero, compuesto por ideas existentes independientemente de lo que nos digan los sentidos, parece totalmente desligado del mundo de lo sensorial, como si fuesen dos dimensiones paralelas.

Sin embargo, no hay que olvidar que esta desconexión entre ambas es relativa, dado que para platón lo sensorial existe como un reflejo imperfecto y manipulado del mundo de las ideas: no guardan una relación análoga, en la que cada realidad es jerárquicamente equivalente en sus respectivos mundos, sino que el mundo de las ideas es claramente superior al de los engaños de los sentidos.

Por otro lado, también podemos ver cómo Platón relaciona el proceso de acceso al conocimiento con una serie de acciones con carga moral: permanecer encadenado es malo, y salir de la cueva es bueno. Este es otro de los aspectos más importantes de la filosofía platónica, pues Platón, al contrario de lo que hacían los sofistas de la Antigua Grecia (a quienes este pensador criticó mucho), entiende el conocimiento y la bondad como entidades prácticamente indistinguibles, tal y como lo hizo anteriormente su mentor, Sócrates.

Estas tres ideas son las que resumen el significado de la alegoría de la caverna de Platón: la existencia de un mundo que está mucho más allá de lo material, de lo que podemos percibir sensorialmente, la subordinación del mundo sensorial al mundo de las ideas, del que emana, y la necesidad moral de acceder a la verdad trascendiendo los engaños de los sentidos.

Referencias bibliográficas

  • Elliott, R.K. (1967). Socrates and Plato's Cave. Kant-Studien. 58 (2): 138.
  • Jaeger, W.W. (2004). Paideia: los ideales de la cultura griega. Madrid: Fondo de Cultura Económica.
  • Pojman, L. & Vaughn, L. (2011). Classics of Philosophy. Nueva York: Oxford University Press.
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