Las 4 diferencias entre agorafobia y fobia social

La agorafobia y la fobia social son dos tipos de trastornos de ansiedad que se tienden a confundir. Sin embargo, cada uno presenta sus particularidades.

Diferencias agorafobia fobia social

Son muchas las personas que sufren un trastorno de ansiedad en silencio. Y no es raro, pues las personas lo tienden a esconder bajo el miedo de sentirse juzgadas como personas flojas e histéricas que se ahogan dentro de un vaso de agua.

Las personas que sufren ansiedad sienten una fuerte presión a rendir y les atemoriza sentirse incapacitadas. Convivir con ansiedad no es nada fácil, pues es como un fantasma inquisidor que nubla las mentes de las personas y las hace dudar, sentirse inseguras, a la vez que la mente dispara pensamientos a una velocidad vertiginosa.

A veces los pensamientos intrusivos son tales que concentrarse es muy difícil y hacer tareas tan triviales como salir de la cama, prepararse el desayuno o salir a comprar el pan se vuelven imposibles.

Hoy hablaremos de dos tipos de trastorno de ansiedad: la agorafobia y la fobia social, que si bien los dos pueden inducir al aislamiento de las personas que lo sufren y se confunden con facilidad, guardan importantes diferencias.

Los trastornos de ansiedad

La ansiedad es una experiencia implícita a la condición humana y su objetivo es adaptar y mejorar el rendimiento del individuo delante de una situación donde su vida está en peligro. Sin embargo, dicha ansiedad también genera un importante sufrimiento psicológico.

Toda persona puede experimentar ansiedad de forma normal en algún momento de su vida ante situaciones de incertidumbre. No obstante, el problema surge cuando esta ansiedad surge ante un peligro que no es real, o bien, cuando su intensidad y duración son muy superiores con relación a la causa que la originó.

La ansiedad tiene su origen en ciertos mecanismos cerebrales. El cerebro humano integra de manera muy efectiva la información del pasado (lo que conocemos como recuerdos) con la información del presente, con la finalidad anticipar y poder estar preparados ante las situaciones que pueden ocurrir en el futuro.

Es importante saber que la información del pasado contenida en los recuerdos está formada por las experiencias vividas que tienen relación con las emociones y las sensaciones que se experimentaron en aquella situación. Por este motivo, cuando las personas recuerdan el pasado, sienten como si revivieran aquellas emociones que sintieron en aquel momento exacto.

Por ello, cuando una situación del presente es similar a algún recuerdo o experiencia anterior, se activan las emociones y sensaciones que se asociaban con aquel momento concreto. El problema radica en que si dicha situación se parece a un recuerdo que hizo sentir miedo y angustia en el pasado, puede evocar estas sensaciones también en el presente aunque el estímulo no sea amenazante ni peligroso.

Los trastornos de ansiedad se caracterizan por presentar un miedo o una preocupación excesiva. Generan un importante malestar y afectan al funcionamiento habitual de la persona, tenga la edad que tenga. En función de cual sea el foco principal del miedo y/o la preocupación se habla de un trastorno u otro.

Hoy analizaremos dos tipos de trastorno de ansiedad: la agorafobia y la fobia social, con la intención de definir sus principales diferencias, ya que son dos trastornos que se suelen confundir.

Agorafobia y fobia social: descripción general

Antes de avanzar y comentar sus diferencias, consideramos que es importante definirlas bien para tener un conocimiento más completo acerca de estos trastornos.

¿Qué es la agorafobia?

La agorafobia es un trastorno de ansiedad que radica, fundamentalmente, en el que se tiene miedo a los lugares o las situaciones que podrían causar pánico y hacer sentir a la persona atrapada, indefensa o avergonzada.

La persona tiene de forma habitual miedo a sentir sensaciones de ansiedad cuando está en algunas situaciones, por si no puede marcharse o pedir ayuda si lo necesita. La mayoría de personas que sufren agorafobia, la padecen después de tener uno o más ataques de pánico, lo que los hace preocuparse por volver a tener un ataque, así que evitan los lugares donde pueda volver a suceder.

Tienen dificultad para sentirse seguras en un lugar público, especialmente en aquellos donde se reúnen multitudes. Por este motivo, muchas personas suelen evitar coger el transporte público, o ir a conciertos o a discotecas y lo pasan mal en grandes ciudades con una alta afluencia de gente. Es posible que sientan la necesidad de tener un acompañante para ir a lugares públicos y el miedo puede ser tan abrumador que es probable que sientan que no pueden salir de casa.

Agorafobia

¿Qué es la fobia social?

También conocido como trastorno de ansiedad social, se basa en el temor persistente a ser observado y juzgado por los otros. Es un tipo común de ansiedad y las personas que lo sufren sienten ansiedad o miedo delante de situaciones sociales como conocer personas nuevas, tener citas o tener que hablar con un cajero del supermercado. A veces, incluso comer delante de otras personas o usar el baño público les puede causar ansiedad o temor.

Sienten miedo de ser humilladas, juzgadas y rechazadas y, como resultado, el temor se interpone con su capacidad de ir al trabajo, asistir a la escuela o hacer cosas cotidianas. Las personas con este trastorno pueden preocuparse por estas cosas y otras incluso semanas antes de que ocurran.

Por este motivo, la persona intenta evitar enfrentarse a situaciones sociales, o si las vive, para ellas es un proceso que cursa con mucha ansiedad o miedo. La fobia social suele empezar a principios o mediados de la adolescencia, aunque algunas veces puede comenzar durante la infancia o en la edad adulta.

Diferencias entre agorafobia y fobia social

Aunque puedan parecer similares, la agorafobia se basa en el miedo a las situaciones que pueden desencadenar pánico y la no posibilidad de huir. En cambio, la fobia social es el miedo de no encajar en sociedad, de ser juzgado y rechazado.

Comentemos pues las principales diferencias entre estos dos tipos de trastorno.

1. Las causas son diferentes

Si bien las dos pueden partir de un fenómeno traumático del pasado, el inicio de la agorafobia se puede ubicar en un ataque de pánico fuera de casa. Esta experiencia traumática marca mucho a la persona, que a partir de este momento tiene mucho miedo de que se vuelva a repetir. Además, tienen miedo de sufrir este ataque de pánico solos sin que nadie los pueda socorrer o sin poder escaparse. El temor nace de no estar en un lugar seguro.

Por el contrario, el origen de la fobia social suele ser multifactorial, interviniendo en ello factores biológicos, sociales, temperamentales y ambientales. Puede ocurrir a causa de una experiencia traumática donde se sintieron avergonzados o humillados cuando eran pequeños. Suele aparecer en la adolescencia y puede ser causa de unos padres sobreprotectores. Les atemorizan las situaciones sociales por qué tienen miedo a ser juzgados.

2. Padecer de fobia social aumenta el riesgo de abuso de sustancias

Las personas que sufren fobia social pueden ser más proclives a caer en la drogodependencia o al alcoholismo, dado que son sustancias desinhibitorias que les pueden ayudar a relacionarse con otras personas de una manera más relajada sin estar tan tensos. Por el contrario, parece que no hay una relación tan clara entre agorafobia y abuso de sustancias.

3. Los síntomas difieren

El trastorno agorafóbico responde a causas psicológicas y padece la ansiedad a causa de un estado cognitivo que le hace estar en excesiva alerta. Es precisamente este temor a exponerse a lugares que no le parecen seguros los que despiertan una intensa respuesta física que provoca sudoración, desmayos, falta de aire, palpitaciones y hasta vértigo.

Si la persona está acompañada los síntomas disminuyen o desaparecen. La sintomatología de la agorafobia es la siguiente:

  • Temor o ansiedad en el transporte público, espacios cerrados y abiertos, tener que hacer cola o tener que esperar, y estar solo y lejos de casa.
  • Pensamientos intrusivos relacionados con la dificultad de escapar de un sitio estresante.
  • Miedo a padecer pánico u otros síntomas que impliquen angustia e incapacitación.
  • No estar expuestos a un miedo real.
  • Tener miedo a morir.

En cambio, si las personas que sufren fobia social pueden padecer los mismos síntomas físicos que las personas con agorafobia, estos se diferencian en que sienten que la mente se les pone en blanco, experimentan cierto rubor y la voz les tiembla. Los signos y síntomas de la fobia social comprenden:

  • Temor a situaciones donde sienten que podrían ser juzgadas.
  • Angustia por sentirse avergonzadas o humilladas.
  • Temor a que los demás noten que están ansiosas.
  • Esperar a las peores consecuencias posibles de una experiencia negativa en una situación social.
  • Evitar situaciones donde puedan ser el centro de atención.
Fobia social

4. Los tratamientos son distintos

Ambos trastornos se pueden tratar con psicoterapia mediante el modelo cognitivo-conductual. Pero en la agorafobia el modelo de intervención también se basa en la exposición gradual a las situaciones que generan los ataques de pánico con la finalidad que el estímulo estresor vaya desapareciendo.

En el caso de la fobia social se sigue el mismo patrón de desensibilización a los estímulos estresantes (en este caso el contacto social). Además, es importante también que se focalice a fortalecer la propia autonomía del paciente y que le ayuden a ganar confianza consigo mismo, enseñando a reconocer los pensamientos negativos que tiene sobre él para modificarlos. Del mismo modo, la terapia le dará herramientas para potenciar aquellas habilidades que le ayuden a ganar confianza en las interacciones sociales.

Referencias bibliográficas

  • APA (2014). “DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales”. Editorial Panamericana.
  • Gómez, A.E. (2012). “Trastornos de ansiedad. Agorafobia y crisis de pánico”. Farmacia profesional.
  • National Institute of Mental Health. (2017). “Trasntorno de Ansiedad Social: Más allá de la simple timidez”. NIH
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