¿Qué es la Psicología Infantil y cómo puede ayudar a nuestros hijos?

La salud mental de los más pequeños es más delicada de lo que puede parecer. En este sentido, la psicología infantil se está convirtiendo, cada vez, en una rama más esencial.

Psicología infantil

A día de hoy, se encuentran a nuestra disposición múltiples estudios que demuestran que diversos trastornos de índole psicológica están al alza desde hace unas décadas, pues el ajetreado estilo de vida al que nos exponemos diariamente (y un mayor reconocimiento y vocalización de nuestros problemas) exponen más rápidamente nuestras carencias y falta de herramientas de gestión emocional.

Esto es común, y ante este tipo de temas, la búsqueda de ayuda y consejo profesional son siempre el camino a seguir. Antes de abordar temáticas delicadas como la que hoy nos atañe, es importante tener clara una idea: la atención psicológica no es un síntoma de debilidad ni de locura, sino una necesidad en un mundo que cada vez nos presenta más desafíos.

Desde luego, una cantidad de fuentes de conocimiento abrumadora y un ritmo vital desenfrenado también hacen que los más pequeños de la casa a veces no sepan ni cómo se sienten. Llegar a la mente de los infantes como padres es una tarea titánica, razón por la cual recurrir a la psicología infantil como recurso es, en muchos casos, la mejor herramienta ante un problema emocional, cognitivo o comportamental del niño.

Por todas estas razones y muchas más, hoy te contamos qué es la psicología infantil y cómo puede ayudar a nuestros hijos en el presente y en el futuro. Sin duda, invertir en la gestión emocional a día de hoy fomentará unas generaciones futuras mucho más autoconscientes y empáticas.

La necesidad de la psicología infantil en la sociedad moderna

Para encuadrar la necesidad del psicólogo infantil en la sociedad moderna, te mostramos algunos datos de sumo interés recogidos por varias fuentes médicas:

  • Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), uno de cada 160 niños presenta un trastorno del espectro autista (TEA).
  • En los últimos 10 años, los trastornos de ansiedad diagnosticados en menores de 17 años han pasado del 3,5 % de la población infantil al 4,1 %.
  • Según fuentes estadounidenses, esto se traduce en que al menos 117 millones de niños y adolescentes en todo el mundo han sufrido un trastorno de ansiedad.
  • Aún así, se estima que el 80 % de infantes con este tipo de problemas no reciben tratamiento por falta de diagnóstico o fallos protocolarios.

Desde luego, este tipo de datos ponen en vigencia la necesidad de una figura profesional que guíe a las nuevas generaciones en lo que a gestión de emociones y comportamientos se refiere.

Quizá la sociedad actual promueva este tipo de afecciones, o quizá los nuevos métodos diagnósticos y la libertad de expresión emocional permitan dar con los trastornos generales de forma más rápida. El caso es que estos problemas están al alza, y por lo tanto, en muchos casos se requiere de atención psicológica.

Niño triste

¿Qué es la psicología infantil y para qué sirve?

Desde un punto de vista terminológico, podemos definir a la psicología infantil como una rama de la psicología que acompaña a los pacientes en el desarrollo desde el nacimiento hasta la adultez joven. Se trata de uno de los tres pilares esenciales junto a la familia y el pediatra en lo que al abordaje de trastornos cognitivos, conductuales y emocionales del infante se refiere.

Por su parte, la labor de un psicólogo infantil es la de mejorar la calidad de vida de los niños y niñas en lo referente a la manera en que interpretan lo que les sucede. No se trata tanto de indicar a los infantes cómo deben actuar, sino de otorgarles herramientas y métodos de gestión que les permitan poner en perspectiva las situaciones que viven.

Debemos recordar que estamos ante una sociedad en profundo cambio, caracterizada por el avance tecnológico, nuevos modelos de organización social y económica, globalización, información accesible, nueva y en crecimiento exponencial. En pocas palabras: demasiado para que un niño pueda gestionarlo todo solo.

Así pues, las funciones del psicólogo infantil comenzarán con la observación de los patrones conductuales y el historial clínico del joven paciente. Este después realizará un diagnóstico, basándose en la aplicación e interpretación de instrumentos psicológicos que le permitan tener elementos suficientes para emitir un juicio. Cabe destacar que no siempre tiene por qué existir un problema subyacente para que un niño (o cualquier persona, en su defecto) vaya al psicólogo, pues la búsqueda de herramientas para un desafío futuro también es un motivo perfectamente válido para acudir a este tipo de profesionales.

Tras la observación y el diagnóstico, el profesional en cuestión puede proceder a la intervención, es decir, la aplicación de estrategias que le permitan abordar el problema, ofrecer orientación al paciente y brindarle mecanismos para resolver problemas en su campo de acción. Esta intervención debe cumplir ciertos objetivos:

  • Fijar objetivos generales y específicos y terminales claros con cada niño. El infante ha de ser una parte participativa esencial en todo el proceso.
  • Fijar objetivos que permitan el desarrollo de habilidades, destrezas y valoraciones adaptativas de cada niño en consecuencia con su entorno.
  • Jerarquizar problemas y estrategias a seguir, tanto centrales como accesorias.
  • Realizar seguimientos individuales por sesión, incluyendo reajustes cuando sea necesario.
  • Ayudar al niño a construir y configurar su esfera afectivo-emocional de forma estable y sana.

En resumen, podemos decir que la psicología infantil busca enseñar a razonar a los niños mediante estrategias que incidan en procesos más eficaces. Se trata de fijarse más en el desempeño, y no en los resultados por sí mismos.

La ética en el trabajo con niños

Tal y como sucede con el tratamiento en adultos, la ética de los procedimientos está por encima de cualquier otro valor. Por ello, el trabajo con niños debe verse sujeto a las mismas consideraciones aplicables a cualquier otro paciente: honestidad, confianza, confidencialidad, claridad en cuanto a metas y objetivos, transparencia, comprensión de las consecuencias y elección de metas terapéuticas conjuntas, entre otros muchos más parámetros.

Desde luego, este trabajo no es solo atribuible al psicólogo en cuestión, pues los padres también tienen diversos roles que cumplir en el proceso. Por ejemplo, en el pasado era común que la figura parental fallara haciendo comprender al infante el porqué y para qué está siendo evaluado en este sentido, pues ir al psicólogo se solía utilizar como un castigo o reprimenda: “si no te duermes pronto, te mando al psicólogo”.

Este tipo de interacciones han generado históricamente en los niños miedos y confusiones hacia la figura del psicólogo infantil, emociones que dificultan enormemente una interacción positiva con el profesional. Recordemos: el psicólogo es una herramienta positiva, no un método de reprimenda.

Psicólogo infantil

Diferencias con la psicología en adultos

Desde luego, podemos listar infinitas diferencias en lo que al enfoque de la mente humana adulta e infantil se refiere, pero una de las más importantes es la plasticidad del cerebro del infante. Una alteración a nivel neurológico, cognitivo, emocional y conductual en un adulto se encuentra bajo un paraguas de procesos poco cambiantes.

Por otro lado, los niños están en constante cambio y desarrollo. Esta acepción es esencial, pues en el infante, una alteración puede obedecer a procesos normales del desarrollo. Por lo tanto, evidenciar si la variación es parte de su desarrollo normal u obedece a una variación en la que ya se observa una perturbación se hace esencial antes de continuar con cualquier tratamiento.

Otra diferencia esencial es el rango de acción del profesional. En este sentido, muchas de las reacciones del infante se encuentran completamente ligadas a su ambiente. Por ello, en muchos casos se hace de vital importancia la comunicación con el núcleo familiar cercano del paciente, ya sea familiar, escolar u otros contextos dependiendo de cada caso. El trabajo debe considerar tanto el entorno del niño y su percepción (descripción del problema por parte de padres o tutores) y los autorreportes, es decir, cómo el niño interpreta su propio estado y situación.

Resumen

Como hemos podido ver, la psicología infantil tienen como objetivo la observación, diagnóstico e intervención en niños con algún tipo de trastorno emocional, cognitivo o comportamental, o simplemente en aquellos que se presentan con la finalidad de prepararse ante futuros desafíos y los estímulos presentes en el mundo globalizado en el que nos encontramos. A pesar de que comparta muchísimos puentes con la psicología clásica, esta disciplina también reporta ciertas diferencias con el abordaje de un adulto.

Por ejemplo, hay que considerar a los niños como “sistemas” mucho más dinámicos y cambiantes que un individuo completamente formado. Por esta razón, hay que tener especial cuidado a la hora de considerar un posible trastorno, pues puede tratarse de una fase del desarrollo normal o, efectivamente, de algún tipo de desajuste individual.

Referencias bibliográficas

  • Donovan, D. A. (1988). Psicología pediátrica. Revista latinoamericana de psicología, 20(1), 91-101.
  • El 80% de niños y adolescentes con trastorno de ansiedad no recibe tratamiento, según un informe, INFOCOPonline. Recogido a 15 de octubre en http://www.infocop.es/view_article.asp?id=7689
  • Ferreira Arza, Y. (2000). La psicología infantil en la actualidad. Revista Ciencia y Cultura, (8), 155-162.
  • Trastornos del espectro autista, Organización Mundial de la Salud (OMS). Recogido a 15 de octubre en https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/autism-spectrum-disorders
  • Vasta, R. (2009). Psicología infantil. Barcelona: Ariel, 2001.
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