¿Cómo ser más resiliente? En 7 claves (y consejos)

La resiliencia se define en psicología como la capacidad de algunas personas para recuperarse y mantener una conducta adaptativa tras haber vivido un suceso estresante.

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La vida no siempre es bonita y color de rosa. En ocasiones, nos toca lidiar con escenarios difíciles, momentos de intenso estrés e incluso episodios traumáticos. Por desgracia, no podemos escapar del sufrimiento, pues este forma parte de la vida misma. En los momentos de mayor dificultad, las personas nos mostramos en nuestro máximo estado de vulnerabilidad, pudiendo responder de forma muy diferente.

Así, ante una situación idéntica, dos individuos pueden mostrar una reacción opuesta. La psicología es conocedora de esto y, por ello, ha investigado profundamente para identificar qué lleva a que en circunstancias adversas unas personas se ajusten mejor que otras. Parece que no todos nos sobreponemos a la adversidad de la misma manera, algo que hoy sabemos que viene dado por la influencia de varios factores.

Resiliencia es el nombre por el que se conoce a la capacidad de tolerar elevados niveles de estrés y sufrimiento y seguir hacia adelante. Así, las personas definidas como resilientes son más capaces que el resto de recuperarse, mostrar una conducta adaptativa y mantener un buen funcionamiento físico y mental tras una experiencia estresante o traumática. La resiliencia cobra gran importancia para nuestra salud y calidad de vida. En este artículo hablaremos sobre qué es la resiliencia y qué podemos hacer para entrenar esta capacidad.

¿Qué es la resiliencia?

La resiliencia se define en psicología como la capacidad de algunas personas para recuperarse y mantener una conducta adaptativa tras haber vivido un suceso estresante. En general, las personas resilientes se adaptan mejor a los traumas, amenazas u otras fuentes significativas de estrés. El concepto de resiliencia no es fácil de concretar, ya que se trata de una cualidad relativa y dinámica. Es decir, la capacidad de ajuste de una persona ante la adversidad puede variar en cada una de las etapas de su vida o estar presente en ciertas áreas vitales y no en otras. Por ejemplo, hay quienes son altamente resistentes al estrés en su ámbito laboral y, sin embargo, son extremadamente vulnerables en el plano personal.

Añadido a esto, la capacidad de ser resiliente no es algo absoluto que se adquiere una vez y ya no es posible perder. En realidad, esta es el resultado de un proceso dinámico de interacción entre la persona y su entorno. Es por este motivo que la resiliencia es susceptible de ser trabajada y entrenada. Por ello, no podemos afirmar de forma tajante que alguien es o no resiliente, pues esta capacidad es variable y modificable.

Lo que sí se ha identificado es que existen algunos factores asociados con mayores niveles de resiliencia, como la empatía, el buen control de los impulsos, la presencia de un ambiente familiar estable, la afiliación religiosa o una adecuada autoestima. Por consiguiente, las condiciones opuestas a estos factores (baja autoestima, pobre control de impulsos, ambiente familiar desorganizado…) actuarán como factores de riesgo que merman la resiliencia del individuo. Cada uno de nosotros contamos con un balance particular de factores de riesgo y protección que determinará nuestro grado de resiliencia.

Aunque cada persona parte de unas circunstancias distintas que configuran su nivel de resiliencia inicial, esta capacidad puede entrenarse. Así, hay factores de riesgo y protección que son susceptibles de ser modificados para incrementar la capacidad de un individuo de sobreponerse a la adversidad. La resiliencia y la vulnerabilidad son dos extremos de un continuo en el que los individuos se distribuyen mostrando grados variables de esta capacidad.

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¿Cómo ser más resiliente?: 7 claves

Como venimos comentando, la resiliencia es una capacidad dinámica, que varía y puede ser entrenada. Esto significa que tenemos un papel activo a la hora de incrementar nuestra tolerancia al estrés y/o el sufrimiento. A continuación, veremos algunas claves que nos pueden ayudar en este sentido.

1. Ten un propósito en tu vida

Tener un propósito es esencial para poder seguir hacia adelante con la vida a pesar del dolor. En momentos de crisis y sufrimiento, es esencial mirar hacia dentro y buscar eso que nos mueve, esa luz que nos impulsa a seguir andando y nos llena el alma realmente. Tras experiencias emocionalmente intensas, hay gente que reorganiza sus prioridades y valores y encuentra un motivo para vivir que no habían imaginado antes. Por ejemplo, enfocarse en el crecimiento espiritual, implicarse en ayudar a los demás o perseguir mejorar el mundo en algún sentido.

2. Cultiva tu autoestima

Las personas con una autoestima adecuada se valoran a sí mismas, confían en sus habilidades y en su capacidad. En momentos de estrés, confiar en que se puede salir adelante es mucho más importante de lo que puede parecer. Si deseas ser más resilientes, se hace clave trabajar en la relación con nosotros mismos. Algunas formas de mejorar la autoestima pueden ser realizar actividades gratificantes, tener una vida social activa, fomentar el autocuidado, etc.

3. Rodéate de una red social fuerte y funcional

Los seres humanos somos seres sociales siempre, pero en momentos de dificultad se hace particularmente relevante contar con apoyo de seres queridos. Para ello, es clave que te asegures de disponer de una red social más funcional que grande. Es decir, no se trata de tener infinidad de “colegas”, sino de disponer de un puñado de amigos en los que verdaderamente depositar tu confianza.

Saber que tenemos personas ahí que nos tienden la mano hace mucho más fácil sobrellevar el dolor y ser resiliente. No se trata de que los demás solucionen nuestros problemas, a veces el hecho de poder hablar y sentirnos escuchados ya resulta terapéutico y reparador. Los amigos y familiares nos pueden dar su punto de vista, ayudarnos a ampliar la perspectiva y encontrar nuevos caminos y soluciones ante la adversidad.

4. Aprende a tolerar el cambio

La resiliencia guarda mucha relación con la tolerancia al cambio y la incertidumbre. Las personas que entienden que la estabilidad y el control absolutos son una utopía lidian mejor con la adversidad, porque aceptan que la única constante es el cambio. Así, aunque algunos giros de la vida duelan, con el tiempo el individuo logra adaptarse a su nueva realidad y seguir avanzando. En este sentido, los pensamientos también influyen notablemente. Quienes muestran más resiliencia no viven las crisis como etapas insuperables, sino como hechos que suceden y, al igual que comienzan, terminan.

5. Adquiere habilidades de resolución de problemas

Las personas resilientes suelen ser habilidosas a la hora de buscar soluciones a los problemas que se les presentan. Esta habilidad puede ser entrenada de forma sencilla. Para ello, sólo debes seguir unos pasos básicos. Piensa en el problema concreto que tienes frente a ti. Una vez concretado, realiza una lluvia de ideas y plasma en una lista todas las posibles soluciones, por muy locas que sean.

Después, analiza los pros y contras de cada una. Finalmente, elige aquella en la que los pros sean superiores a los contras y creas que encaja mejor en tu caso. Una vez implantada la solución, comprueba si ha funcionado. En caso de que no sea así, vuelve a empezar el proceso. Si entrenas tu habilidad para resolver problemas de esta manera, será mucho más sencillo para ti adaptarte a contextos difíciles.

6. Todo es temporal

Algo que puede ayudar en los momentos de sufrimiento es pensar que los problemas siempre son temporales. Aunque en el presente estés sintiendo mucho dolor e incertidumbre, en algún momento esa situación llegará a su fin. Por ello, trata de transitar el proceso desde la calma y la compasión contigo mismo. Permítete sentir las emociones desagradables, ya que estas son tan importantes como las placenteras.

7. Cultiva tu autocuidado

En momentos de crisis, es fácil caer en el error de dejar a un lado el autocuidado. Sin embargo, cumplir nuestras necesidades y darnos tiempo y cuidados es clave para poder sobrellevar las etapas de dolor. Recuerda hacer actividades gratificantes, hacer ejercicio, descansar, alimentarte bien… todo ello te dará más energía y disposición para superar la situación.

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Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de algunas claves para entrenar la resiliencia. Las personas resilientes son aquellas con mayor capacidad para sobreponerse a la adversidad y seguir hacia adelante. Ser resiliente no implica dejar de sufrir, sino preservar el funcionamiento físico y mental a pesar del sufrimiento. La resiliencia es clave para nuestra salud y bienestar, pues gracias a ella podemos lidiar con los reveses de la vida sin que estos nos desajusten.

Aunque hay quienes parecen ser resilientes por naturaleza, lo cierto es que esta cualidad puede ser entrenada. Algunas claves pueden ayudar, como por ejemplo: tener un propósito en la vida, cultivar la autoestima, disponer de una red social funcional, aprender a tolerar los cambios, adquirir habilidades de resolución de problemas, ver los problemas como fenómenos temporales y cultivar el autocuidado.

Todas estas pautas pueden ayudarnos a ser un poco más resilientes, encajar mejor la incertidumbre y salir hacia adelante a pesar de experimentar sufrimiento. Recuerda que ser resiliente no está reñido con experimentar malestar y que tienes derecho a sentir tristeza, rabia, culpa… pues abrazar tus estados internos también te ayudará a digerir mejor los eventos estresantes.

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