Los 3 tipos de alergias en la piel (y sus características)

Diversas causas pueden promover la aparición de erupciones cutáneas, con el consiguiente picor y malestar del paciente que las sufre.

Tipos alergias piel

La alergia se define como una reacción inmunitaria del organismo ante un agente generalmente inocuo para la persona. Se suele catalogar a este cuadro clínico como una situación de “hipersensibilidad”, pero nada más lejos de la realidad.

Lo cierto es que en los episodios alérgicos el sistema inmune del paciente está actuando de forma normal: el error no está en el tipo de respuesta ni en su intensidad, sino en el objetivo de la misma, pues el agente causal no constituye una amenaza en sí mismo para el hospedador.

Los procesos alérgicos están cada vez más a la orden del día, pues se calcula que en los niños de edad escolar la sensibilización a al menos un alérgeno se sitúa en el 40-50%. Esta incidencia está aumentando de forma contínua entre generaciones, por lo que se espera que estos valores sigan al alza a lo largo del tiempo.

Lejos del asma, la rinitis alérgica y la conjuntivitis por todos conocidas, existen otros tipos de procesos alérgicos, y entre ellos encontramos a las reacciones cutáneas. Debido a que este tipo de afecciones son menos conocidas en la población general, hoy aprovechamos esta oportunidad para contarte los tres tipos de alergias en la piel y sus características.

¿Qué reacciones alérgicas pueden producirse en la piel?

Las irritaciones cutáneas pueden deberse a una lista muy extensa de factores, ya sean trastornos del sistema inmunológico, medicamentos e infecciones de origen vírico, fúngico y bacteriano. Debemos tener en cuenta que la epidermis y la dermis forman parte del grupo de barreras inmunológicas primarias, junto con las mucosas, saliva y lágrimas. Estamos ante nuestra capa más externa, uno de los órganos más importantes de aislamiento frente al medio ambiente y sus inclemencias.

Desde la celulitis hasta el chancro de la sífilis, pasamos por casi una infinidad de agentes patógenos que pueden llegar a generar perjuicios de diferente índole en nuestra piel. Por ello, ante cualquier tipo de erupción cutánea, picor o formación atípica es necesario acudir de forma inmediata a un profesional médico, ya que puede tratarse de una reacción alérgica o de otra patología completamente distinta. Desde luego y como es obvio, un antihistamínico poco va a hacer contra una infección viral, por lo que la automedicación está fuera de la ecuación.

Una vez subrayada la importancia de la piel para el organismo y tras haber realizado las consideraciones previas pertinentes, es momento de sumergirnos en los principales tipos de alergias en la piel y sus características. Vamos allá.

1. Dermatitis atópica

Estamos ante la reina de las patologías cutáneas relacionadas con la alergia, pues se calcula que presenta una prevalencia del 2-5 % en la población adulta y que, generalmente, el 15 % de los niños la sufren (esto es porque se presenta en etapas muy tempranas del desarrollo, pues hasta el 60 % de los casos se diagnostican antes del primer año de vida).

A pesar de su desmedida extensión en la población general, resulta sorprendente conocer que esta patología sigue siendo una gran desconocida para los dermatólogos. No se sabe su causa exacta, pero las evidencias sospechan de que se trata de un efecto sinérgico de predisposición genética, factores ambientales, disfuncionalidad inmune y alteraciones en la permeabilidad cutánea.

Los síntomas en la piel son claros, pues se trata de una inflamación cutánea crónica a lo largo del tiempo:

  • Ampollas que supuran y forman costras.
  • Picazón que puede ser grave, especialmente durante la noche.
  • Piel engrosada, seca, agrietada y escamosa.
  • Cambios en el color de la piel.

A pesar de que no se pueden vincular absolutamente todos los casos de dermatitis atópica con procesos alérgicos, sí que se ha visto que del 50 al 70 % de los pacientes presentan antecedentes de atopía, es decir, una serie de trastornos alérgicos mediados por anticuerpos IgE (encargados de mediar y erradicar agentes patógenos en mamíferos).

Es de especial interés reseñar que diversos estudios señalan el alto componente genético y hereditario de esta enfermedad, pues si ambos progenitores son atópicos se calcula que hay un 80 % de probabilidades de que el hijo también lo sea. Además, cerca del 90 % de los pacientes con lesiones atópicas severas presentan aumentos de las colonias bacterianas de Staphylococcus aureus, un microorganismo que produce toxinas que empeoran el cuadro clínico del paciente.

Cabe destacar que una de cada tres personas se encuentran colonizadas por este microorganismo, pero los procesos infecciosos se producen en casos como el que aquí nos atañe, donde las lesiones cutáneas favorecen su proliferación descontrolada y un consiguiente perjuicio en la integridad de la piel del hospedador.

Dermatitis atópica

2. Dermatitis alérgica de contacto

La dermatitis de contacto es una erupción cutánea rojiza que se produce, valga la redundancia, por el contacto directo con un alérgeno que activa el sistema inmune del paciente. Es la forma más frecuente de inmunotoxicidad en el ser humano.

Es necesario aclarar que no todas las dermatitis de contacto son alérgicas, pues por ejemplo, la exposición a agentes lesivos como corrosivos o compuestos tóxicos pueden generar también perjuicios en la piel. Está claro que en estos casos no estamos ante agentes inocuos que desencadenan reacciones erróneas, pues claramente, si exponemos nuestra piel al ácido sulfúrico, es totalmente normal que esta se resienta.

Compuestos aparentemente inofensivos pueden generar dermatitis alérgicas de contacto dependiendo del individuo: adhesivos, telas, fragancias, esmalte de uñas, guantes y una infinidad de herramientas de uso diario. Esta patología se caracteriza por una erupción cutánea rojiza local (la zona expuesta al alérgeno) que genera picor en el individuo.

Además, sorprenderá a los lectores saber que la primera exposición a la sustancia no genera una respuesta alérgica. La dermatitis alérgica por contacto comienza con una primera fase de inducción, donde el sistema inmune se prepara y sensibiliza, y una fase desencadenante, donde se produce la respuesta en sí misma. Así, las primeras exposiciones al alérgeno no generan reacción aparente alguna sobre la piel.

3. Urticaria y angioedema

Abandonamos el complejo mundo de las dermatitis, pues no podemos dejarnos en el tintero a las urticarias. Se calcula que estas lesiones cutáneas edematosas son sufridas, al menos una vez, por más del 20 % de la población mundial. Este es el caso de las urticarias agudas, pues la variante crónica (es decir, que permanece por más de 6 semanas) está mucho menos extendida. La urticaria se caracteriza por la aparición de “habones”, definidas como ronchas rojizas que pueden producir picor intenso en el paciente.

De nuevo, las causas exactas de esta reacción no son del todo conocidas, pero se ha vinculado en repetidas ocasiones a procesos alérgicos (amplia relación con la histamina) a alimentos o medicamentos. Aún así, no todas las urticarias están causadas por alergias, pues las variantes “no inmunes” pueden suceder por el frío, sudoración o exposición a ciertos virus y bacterias, así como a sustancias irritantes.

Es necesario acotar que las urticarias agudas se correlacionan en muchos más casos con procesos alérgicos eventuales (por ejemplo, ingerir un alimento), mientras que los casos crónicos no suelen vincularse a este tipo de respuestas inmunes, ya que es difícil atribuir el cuadro clínico a un desencadenante específico.

El angioedema es una patología que comparte varias características con la urticaria, pero se diferencia de esta última en que la lesión se produce bajo la piel y no sobre ella. Se sabe que el angioedema también está relacionado con procesos alérgicos por la concentración de histamina en sangre, una sustancia liberada en eventos de esta naturaleza.

Urticaria

Resumen

Como hemos podido observar, delimitar los 3 tipos de alergias en la piel y sus características no es tarea fácil, pues muchas de las presentaciones clínicas no han sido dilucidadas del todo y algunas pueden o no estar relacionadas con la exposición a un alérgeno. Por ejemplo, una dermatitis de contacto por exposición a una sustancia tóxica no se considera una respuesta alérgica, ya que el elemento que desencadena la respuesta inmune es claramente perjudicial para el que se expone a él.

Por otra parte, patologías relacionadas con la alergia como la dermatitis atópica continúan siendo una gran incógnita para los dermatólogos. Aún queda mucha información que recabar para comprender del todo este tipo de procesos y ponerles fin. Aun así, queremos que una cosa quede clara: no todas las erupciones cutáneas se deben a procesos alérgicos, y por ello, ante cualquier anormalidad en la piel, una visita al médico de la forma más temprana posible se hace esencial.

Referencias bibliográficas

  • Alergia cutánea, Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica. Recogido a 1 de octubre en https://www.seaic.org/pacientes/conozca-su-enfermedad/enfermedades-alergicas-cutaneas
  • Alergias cutáneas (Skin allergy), American Academy of Allergy, Asthma and Immunology (AAAI). Recogido a 1 de octubre en https://www.aaaai.org/global/spanish-materials/conditions-treatments/allergies/skin-allergy
  • Bordel-Gómez, M. T., Miranda-Romero, A., & Castrodeza-Sanz, J. (2010). Epidemiología de la dermatitis de contacto: prevalencia de sensibilización a diferentes alérgenos y factores asociados. Actas Dermo-Sifiliográficas, 101(1), 59-75.
  • La alergia cutánea, Academia Española de Dermatología y Venereología. Recogido a 1 de octubre en https://aedv.es/la-alergia-cutanea/#:~:text=Las%20manifestaciones%20cl%C3%ADnicas%20de%20la,la%20piel%20con%20mucho%20picor.
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