Los 10 beneficios psicológicos de la Fe (y de creer)

La fe, aquella creencia en la existencia de un ser superior, es mucho más que un elemento de espiritualidad. Creer en algo nos aporta numerosos beneficios psicológicos.

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La fe se define como la creencia en algo o en alguien que no podemos conocer con certeza si existe, que no podemos comprobar empíricamente su existencia. De este modo, la fe, entendida también como esperanza o confianza, la podemos observar en distintos ámbitos aunque destaca en la religión.

Las personas pertenecientes a una religión creen en la existencia de un dios y muestran fe ya que no pueden saber con seguridad si la figura divina es real, pero ellos no tienen duda de su existencia.

Se han observado distintos beneficios psicológicos que podemos vincular con la fe. Las personas creyentes se muestran más esperanzadas, son capaces de dar sentido al dolor, lo que les permite hacerle frente con mayor facilidad, muestran mayor predisposición a afrontar enfermedades y posibles recaídas, son más reflexivas permitiéndoles ser más conscientes de su estado y de su entorno.

Asimismo, son capaces de valorar el problema desde distintas perspectivas y plantear mayor número de posibles soluciones. En este artículo hablaremos de la fe, cómo se define este concepto y qué beneficios psicológico presentan los sujetos que la muestran.

¿Qué es la fe?

La fe consiste en la creencia de un ser o múltiples seres superiores, que normalmente denominamos dios. Esta creencia escapa a la razón y no muestra fundamento científico, no se puede comprobar que tal existencia sea real.

Así diremos que la fe es apoyar una creencia pese a no tener plena confirmación de que esta sea real. Podemos decir que es lo que mantiene con esperanza a los creyentes cuando otras explicaciones pierden sentido.

Normalmente la fe va acompañada de un modo de actuar, normas o valores a seguir, vinculándose en muchas ocasiones con la religión. Por ejemplo, la religión cristiana propone unos valores a seguir y predica con un estilo de vida.

Pese a relacionarse mayoritariamente, como hemos mencionado, con la religión, también podemos utilizar el término fe cuando creemos o tenemos confianza en algo o en alguien sin la necesidad de tener evidencia o pruebas que confirmen nuestra creencia.

De este modo, no es fácil tener fe y en muchas circunstancia no depende de nuestra decisión o intención mostrarla, aunque sí que podemos trabajar para aumentarla, puesto que si no mostramos una predisposición a poder desarrollarla con mucha dificultad conseguiremos que se presente.

¿Cómo nos beneficia psicológicamente la fe?

Como hemos mencionado, la fe consiste en creer en algo o alguien que no podemos ver (sobre todo cuando nos referimos a la religión), comprobar su existencia o explicar de manera científica o racional.

Escapa de nuestro entendimiento pero nos mostramos leales a ello, creyendo de manera incondicional. Este tipo de creencia, independientemente de a quién vaya dirigida y sin valorar si es cierta o no, puede comportar beneficios a nivel psicológico en los sujetos que la presentan.

1. Nos ayuda a superar momentos difíciles

Se ha observado que en momentos complejos, donde el sujeto pasa por situaciones difíciles tener fe, independientemente del tipo de religión, ayuda a afrontar la situación de mejor manera. La fe actúa como apoyo para el sujeto aunque este hecho no comporta que no se necesiten otras ayudas o apoyos, como el apoyo social o profesional.

En situaciones de enfermedad, de pérdida o duelo, la fe se ha mostrado una herramienta positiva que ayuda a una mejor superación de los acontecimientos adversos. Como ya apuntamos anteriormente la fe da esperanza, siendo esta fundamental para afrontar de manera positiva los sucesos antes planteados.

Asimismo, ayuda a dar sentido al dolor, ayuda a valorar el dolor, las experiencias negativas, como algo que nos hace más fuertes y que debemos hacerles frente para lograr superarlas.

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2. Ayuda a la reflexión

La fe se vincula frecuentemente con la reflexión, con momentos dedicados a uno mismo para conectar con nosotros y reforzar nuestras creencias. Nos ayuda a ser más conscientes de lo que nos sucede.

Así pues, esta reflexión nos da la posibilidad de conocernos mejor, saber cómo nos encontramos y poder actuar de manera preventiva si vemos algún indicador de malestar. Al mismo tiempo que también nos hace más conocedores de nuestro entorno y poder actuar así de manera más adaptativa y adecuada según la situación.

3. Dar sentido a los distintos sucesos de la vida

La fe trata de dar sentido a los distintos sucesos de nuestra vida tanto los positivos como los negativos, para poder así integrar ambos y que ninguno de ellos suponga una gran inestabilidad e impacto en nosotros.

Intenta normalizar los momentos difíciles y entenderlos como parte de nosotros. De este modo, no solo conseguimos afrontarnos mejor a ellos sinó que nos ayuda a valorar más los pequeños sucesos positivos que acontecen, nos hace ser más agradecidos.

4. Mayor estabilidad emocional

Se ha obtenido que los sujetos que muestran fe presentan una mayor estabilidad emocional que se relaciona con un menor neuroticismo y ansiedad. Este hecho se debe al modo que presentan los sujetos creyentes para afrontar las distintas situaciones, muestran mayor esperanza, tratando de hacer frente a la situación de manera más positiva y sin perder la calma.

5. Mayor implicación en la rehabilitación médica

Al mostrar mayor nivel de esperanza y creencia de poder superar la situación, es más fácil que se impliquen más en la intervención de la enfermedad, presentando mayor disposición a seguir el tratamiento propuesto por el profesional.

Aun así, la fe no es la única variable que interviene, las características personales de cada sujeto también influyen, hay sujetos que muestran tendencia a actuar de manera más activa y otros a ser más pasivos ante la intervención de una enfermedad.

Es importante que animemos al paciente a mostrarse participativo y esperanzador, independientemente de sus creencias, ya que su actitud ante la enfermedad y posibilidad de curación será determinante para la recuperación.

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6. Menor sintomatología depresiva

Del mismo modo que apuntamos la percepción de niveles menores de ansiedad en individuos con fe, también se observa menor sintomatología depresiva. Puesto que tienen mayor facilidad para encontrar el sentido a la vida, de dar sentido a lo bueno y a lo malo y tener esperanza de lograr vivir acontecimientos mejores en el futuro.

Tienen mayor fortaleza para hacer frente a sucesos difíciles, para superarlos y seguir adelante, disminuyendo así el riesgo de desarrollar patologías mentales como la depresión.

7. Mejor vinculación con el entorno social

Una característica que se vincula con los sujetos que tienen fe, que creen en dios, es el seguimiento de una normativa y unos valores, un modo de actuar. Este estilo de vida no solo busca el beneficio de uno mismo sino también de los sujeto del entorno, que le rodean, mostrándose así más solidarios y pacíficos.

Podemos decir pues, que los individuos con fe procurarán por el bienestar de otros sujetos tratando de ayudarlos y mostrando conductas más humanitarias y de apoyo social, rechazando actitudes egocéntricas o de beneficio propio si este causa daño a otras.

Se consigue de esta forma una mejor vida en sociedad, tratando de ayudar al prójimo y no considerando su bienestar por encima del de los demás.

8. Mayor facilidad para hacer frente a problemas

Haciendo mención de algunas características antes mencionadas, como una mayor flexibilidad, mayor fortaleza, mayor esperanza, afrontamiento positivo, el conjunto de todas permite hacer frente de mejor modo a los problemas o lograr plantear soluciones más funcionales.

Las personas con fe se muestran más luchadoras, puesto que, como dijimos, son capaces de integrar mejor el dolor, las situaciones negativas y no desistir en la lucha de lograr la mejora y superación de los problemas.

Esta mayor predisposición a superar el problema facilita poder generar un mayor número de alternativas y así tener mayor probabilidad de dar con alguna que sea funcional y adecuada para solventar la situación.

9. Mayor flexibilidad

Otra virtud que se observa en las personas con fe consiste en mostrar una mayor flexibilidad para poder valorar las distintas situaciones, teniendo en cuenta diferentes puntos de vista y aportando así mayor conocimiento de los hechos.

La mayor consideración del otro, es decir, dar importancia a las otras personas, favorece la empatía y la capacidad de percibir y valorar lo acontecido no solo desde mi modo de verlo e interpretarlo sino también teniendo presente como lo pueden entender los otros individuos.

10. Remarca los hitos importantes

Como ya dijimos anteriormente la fe se relaciona frecuentemente con la religión y esta con un estilo de vida característico, pautado por las creencias y los valores que nos plantean cada una de las distintas religiones.

Haciendo referencia y fijándonos en la religión cristiana, se realizan distintas celebraciones que otorgan importancia a diferentes momentos de la vida del sujeto, como el bautizo, la comunión, el matrimonio o incluso el funeral. Son acontecimientos destacables que los sujetos que tienen fe, son creyentes, los viven con mayor intensidad o otorgándoles mayor relevancia.

Esta mayor importancia a los distintos hitos vitales permite a los individuos ser más conscientes de la situación, afrontar con mayor facilidad los cambios que pueden comportar, como por ejemplo iniciar la vida en pareja o hacer frente al duelo por la muerte de un ser querido.

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