Lóbulo parietal (cerebro): partes, funciones y anatomía

El lóbulo parietal es una región de la corteza cerebral con la función de integrar toda la información sensorial. Un repaso de su anatomía y fisiología.

Lóbulo parietal

Cada hemisferio del cerebro humano está compuesto por seis áreas diferentes (cuatro principales y dos adicionales). Una de las más importantes, de la que hablaremos en este artículo, es el lóbulo parietal.

A continuación exploraremos cuáles son sus funciones más importantes además de los problemas que puede experimentar el individuo cuando este área cerebral se ve dañada.

¿Qué es el lóbulo parietal?

Se trata de una región cerebral que, por su tamaño, representa un 20% del total del córtex o superficie del cerebro, por lo que estamos hablando de un área relativamente grande y por lo tanto de una considerable relevancia para el funcionamiento del sistema nervioso.

En cuanto a su estructura, podríamos realizar una división que daría lugar a cuatro áreas diferenciadas:

  • Lóbulo parietal superior.
  • Lóbulo parietal inferior.
  • Corteza parietal posterior.
  • Giro postcentral.

Profundizaremos en las atribuciones de cada una de ellas más adelante.

Lóbulo parietal qué es

¿Dónde se localiza?

Los hemisferios cerebrales, izquierdo y derecho, son simétricos a partir del cuerpo calloso, la zona que los divide transversalmente. ¿Qué quiere decir esto? Que en ambos hemisferios encontraremos los mismos lóbulos, situados en espejo cada uno respecto a su homólogo.

En concreto, los lóbulos parietales se situarían cada uno bajo el hueso parietal correspondiente (izquierdo o derecho), en las zonas laterales superiores del cráneo. En cuanto a su localización en el propio cerebro, estarían entre los lóbulos frontales (que quedan por delante), occipitales (que se encuentran detrás) y temporales (que se sitúan debajo).

¿Cuáles son las principales funciones?

Dentro de la maravillosamente compleja estructura que es el cerebro humano, el lóbulo parietal se encarga de llevar a cabo las siguientes tareas.

1. Somatosensación

En este lugar del cerebro es donde se recibe y analiza la información sensorial que capta el resto del cuerpo, relativa a la temperatura, la presión y otras características del tacto, nuestra propia posición en el espacio (lo que se conoce como propiocepción), el equilibrio y también la nocicepción, o la recepción de dolor. Estos datos nos permiten actuar en consecuencia y así poder anticiparnos a potenciales peligros que encontremos en el ambiente.

Toda esta información es enviada por los receptores térmicos, mecánicos y químicos que tenemos repartidos tanto en la piel como en órganos, músculos y hasta huesos. La zona concreta responsable de la somatosensación sería el giro postcentral. Por tanto, es aquí donde situaríamos la corteza somatosensorial primaria.

2. Integración sensomotora

Otra de las grandes responsabilidades del lóbulo parietal es coordinar toda la información que llega desde las diferentes zonas del cuerpo, tanto las vistas en el punto anterior como las relativas a la vista y al oído, para lograr proporcionarnos una sensación global de lo que estamos experimentando en cada instante y movernos en consecuencia. Estaríamos hablando aquí, principalmente, de la corteza parietal superior

Por todas estas cualidades a veces también podemos encontrar el término corteza de asociación para referirnos al lóbulo parietal en los mapas cerebrales que dividen las diferentes áreas por su tipo de actividad.

Integración sensomotora

3. Información espacial

Gracias a esta zona cerebral también somos capaces de discernir de estimar las características espaciales de los diferentes objetos que están a nuestro alrededor: su figura, su posición respecto a nosotros y sus dimensiones. Esta tarea se realiza principalmente en la región superior de estos lóbulos, zona que también tiene una gran responsabilidad en la motricidad fina.

4. Otras funciones cognitivas

Pero eso no es todo. El lóbulo parietal también se encarga de otras misiones no menos importantes, como son los procesos atencionales, la comprensión del lenguaje escrito y el procesamiento de números por el cual podemos solucionar cuestiones matemáticas.

Todos ellos son procesos implicados en la parte de la memoria a corto plazo conocida como memoria de trabajo, un concepto teórico acuñado por Alan Baddeley y utilizado frecuentemente en la psicología cognitiva para hacer referencia al procesamiento activo de los datos que se da en los mecanismos de memoria de los seres humanos, en contraposición al mero almacenaje de recuerdos.

La región inferior del lóbulo parietal, además, también tiene gran importancia en la identificación de emociones en la expresión facial de nuestros semejantes, algo fundamental para nuestras interacciones sociales diarias.

¿Hay diferencias entre hemisferios?

Nuestro cerebro es una estructura que funciona de manera contralateral respecto al resto del cuerpo humano. Esto quiere decir que el hemisferio izquierdo recibe los datos de la parte corporal derecha y controla dicha zona, mientras que el izquierdo recibe y controla los de la derecha. Por lo tanto, lo habitual es que las personas diestras muestren una actividad más intensa en su lóbulo parietal izquierdo y, por el contrario, los zurdos, hagan lo propio en el lóbulo parietal derecho.

Al haber una amplia mayoría de personas diestras sobre personas zurdas (un 87%-92% de diestros frente a un 8%-13% de zurdos) es habitual referirnos al lóbulo parietal izquierdo (y a todo el hemisferio, en general) como dominante, frente al derecho, que sería el no dominante.

En cuanto a las tareas concretas de cada uno de ellos, cabe destacar que el izquierdo tiene una mayor relevancia en el procesado de símbolos alfanuméricos, mientras que el derecho parece encargarse más de las interpretaciones visuales. ¡Así que no te olvides de darle las gracias a este trocito de cerebro la próxima vez que logres situarte en un mapa y medir las distancias adecuadamente!

Es importante tener claro que, aunque existan estas tendencias laterales para determinadas tareas, todas las personas utilizamos ambos lóbulos en conjunto, y aunque haya una cierta dominancia en alguno de ellos, según la tarea, la ejecución de la misma solo es posible por el trabajo simultáneo que realizan.

Posibles lesiones en el lóbulo parietal

Una vez estudiadas las funciones principales de estas regiones cerebrales, podremos comprender mejor los posibles trastornos que puede sufrir una persona si ve alterados físicamente uno o ambos lóbulos.

1. Lesión en el lóbulo parietal izquierdo

Alguien con este tipo de traumatismo podría tener problemas para recibir y procesar correctamente las sensaciones procedentes de su lado derecho del cuerpo. Además, por las tareas más habituales de este lóbulo, la persona podría experimentar alguna de las siguientes disfunciones:

  • Agrafia: problemas para expresarse verbalmente por escrito.
  • Afasia: alteraciones del lenguaje.
  • Acalculia: dificultades en la realización de tareas matemáticas.
  • Agnosia: pérdida de la capacidad de procesar la información sensorial.
  • Confusión entre la percepción de la derecha y de la izquierda.

La enfermedad neurológica conocida como síndrome angular o síndrome de Gerstmann englobaría algunos de estos síntomas, entre otros.

Lesión lóbulo parietal

2. Daño en el lóbulo parietal derecho

Si, por el contrario, el daño se ha producido en el lóbulo derecho, podríamos encontrarnos con dificultades para realizar el procesamiento de la información proveniente de nuestro lado izquierdo. Algunas de las alteraciones que podríamos experimentar en este caso serían las siguientes:

  • Problemas a la hora de realizar dibujos.
  • Anosognosia: se trata de la no percepción de la propia patología (cuidado, no se trata de una simple negación).
  • Heminegligencia: fallos en el autocuidado, en este caso del lado izquierdo del cuerpo.
  • Apraxia constructiva: daño en la capacidad de construir figuras.
  • Cambios en la personalidad del individuo.

3. Problemas en ambos lóbulos

Si se diera el caso de que un paciente sufre daño en los dos lóbulos parietales, podría llegar a sufrir el síndrome de Bálint, un desorden neurológico que se caracteriza principalmente por tres síntomas relacionados con el sentido de la visión:

  • Apraxia oculomotora: no poder mover los ojos voluntariamente.
  • Ataxia óptica: problemas de coordinación entre la visión y nuestros movimientos.
  • Simultagnosia: imposibilidad de relacionar las imágenes de un conjunto.

4. Daños combinados en otros lóbulos

Si la persona ha sufrido daños en áreas más amplias del cerebro que impliquen, no solo a los lóbulos parietales, sino también a los temporales, podría experimentar problemas más severos que a su personalidad y/o a sus capacidades de memoria de una manera significativa.

Para terminar

Tras profundizar en las diferentes características del lóbulo parietal, ya podemos hacernos una idea general de cuáles son sus principales responsabilidades.

Para sintetizar, podemos concluir que los lóbulos parietales son los responsables de que nuestro cerebro sea capaz de unificar la ingente cantidad de información que le llega en cada momento e integrarla para darle sentido y permitir que el resto de zonas actúe en un sentido u en otro.

Multitud de acciones que realizamos de manera habitual cada día, a cada instante, serían inviables sin este “coordinador cerebral” que se encarga de analizar la valiosa información recibida.

Pero no hemos de olvidar que, tanto a nivel bilateral, como estructural, el cerebro funciona como un único bloque, por lo que todas esas tareas no serían posibles sin la coordinación con el resto de estructuras cerebrales y otras partes del sistema nervioso.

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