Es de todos conocido que el cerebro no es un órgano uniforme. Éste se encuentra dividido en los denominados lóbulos, los cuales, mayormente, son bastante distinguibles a primera vista.
Sin embargo, existe un lóbulo que, debido a que se encuentra en lo profundo del encéfalo, su observación se hace más difícil. Concretamente, esta estructura es la ínsula, región que está muy implicada en el procesamiento de la información emocional.
Veamos con más detalle esta parte de nuestro cerebro, tan escondida pero, a la vez, tan importante en la vivencia de experiencias sentimentales.
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¿Qué es la ínsula?
La ínsula, también llamada corteza insular o lóbulo insular, es una estructura propia del cerebro de los mamíferos que se encuentra en las profundidades del surco lateral o fisura de Silvio, el cual separa el lóbulo temporal de los lóbulos parietal y frontal.
Este lóbulo es un centro de conexión entre el sistema límbico y el neocórtex. Es por ello que ha sido asociada a muchas funciones, especialmente vinculadas a las emociones, conciencia y regulación de la homeostasis del cuerpo. Entre estas funciones se encuentran la empatía, el control motor, la percepción y aspectos cognitivos.
Componentes de este lóbulo
La ínsula se encuentra dividida en dos partes principales, las cuales son separadas por el surco insular central: la ínsula anterior y la ínsula posterior.
La ínsula anterior, que está subdividida por entre tres y cuatro giros pequeños, recibe proyecciones directas desde la parte basal del núcleo ventral medial del tálamo y también del núcleo central de la amígdala. Asimismo, la ínsula anterior emite proyecciones hacia la amígdala. En esta parte de la ínsula se encuentra una población de neuronas von Economo.
La ínsula posterior está formada por un único y gran giro. Esta estructura se conecta con la corteza somatosensorial secundaria y recibe proyecciones procedentes de los núcleos talámicos ventrales posteriores inferiores. También recibe proyecciones procedentes los núcleos ventromediales del tálamo, parte la cual está altamente especializada en analizar la información homeostática, como lo son las señales de dolor, temperatura, oxigenación local y el tacto en partes consideradas sensualmente estimulantes.
Funciones de la ínsula
A continuación vamos a conocer las funciones de la ínsula.
1. Percepción del gusto y del olfato
El área sensorial primaria del sentido del gusto y el olfato se encuentra en la parte inferior de la ínsula y la corteza parietal.
En este punto la información gustativa se vuelve consciente, siendo percibida como una experiencia marcada por la subjetividad y la emocionalidad. Es por este motivo que algunos sabores y olores nos traen a nuestra infancia o nos recuerdan vivencias concretas.
Cabe decir que con respecto al sentido del olfato, si bien la ínsula toma un papel importante como hemos podido ver, este sentido dispone de una red neuronal dispersa a lo largo de todo el encéfalo.
2. Función vestibular
El equilibrio y el control del cuerpo están directamente relacionados con la ínsula, dado que es esta estructura la que toma un papel muy importante en su percepción consciente.
Esto quiere decir que, si se posee una ínsula en buenas condiciones, la persona podrá saber qué posición está ocupando sus extremidades en el espacio físico y, en caso de cambiar su posición, actualizará rápidamente la nueva información.
3. Control visceral y somatopercepción
La ínsula regula el funcionamiento de los órganos y las vísceras. También está implicada en la deglución y los movimientos gástricos.
Ha sido descrita como el centro de control, encargado de la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea cuando se realiza actividad física. Gestiona el sistema respiratorio y el digestivo.
4. Integración de la información emocional y perceptiva
La corteza insular funciona como una estructura en la que se realiza la asociación entre la emoción y la percepción.
Esta función es muy importante, dado que gracias a ella es posible aprender de las experiencias relacionándolas con sensaciones subjetivas, que pueden ser agradables o desagradables, y vinculándolas a consecuencias que pueden ser más o menos deseables.
5. Empatía y reconocimiento emocional
Varias investigaciones apuntan a que la corteza insular, concretamente la parte anterior de esta estructura, tiene un papel muy importante en el reconocimiento de emociones y, consecuentemente, en la manifestación de empatía.
Se ha visto que las personas que carecen de ínsula presentan una capacidad de reconocimiento emocional reducida. En estos casos, los déficits emocionales pueden ser comparables a los que manifiestan personas con autismo, trastornos de la personalidad y problemas conductuales.
Se la ha asociado con la experiencia consciente de los sentimientos. La investigación ha apuntado que esta estructura cobra una gran importancia en la percepción de emociones básicas como ira, miedo, disgusto, tristeza y felicidad.
También se ha sugerido que podría estar implicada en actos volitivos relacionados con necesidades básicas, como tener hambre o la necesidad de consumir drogas.
6. Control motor
La ínsula contribuye en el control del movimiento, especialmente en la coordinación entre las manos y los ojos y la articulación mientras se habla.
También ha sido relacionada con el aprendizaje motor y parece tener un papel importante en la recuperación motora tras haber sufrido un accidente cerebrovascular.
Problemas médicos asociados
¿Qué problemas médicos y neurológicos pueden afectar a la ínsula? Los conoceremos a continuación.
1. Afasia expresiva progresiva
La afasia expresiva, también conocida como afasia de Broca o afasia motora, es el deterioro de la función normal del lenguaje. Este tipo de afasia es asociada a un hipometabolismo y atrofia de la ínsula anterior izquierda.
Este problema implica que la persona pierda la habilidad de poder comunicarse con fluidez, sin embargo, sigue poseyendo la capacidad de comprender lo que se le dice o, al menos, pequeños grupos de palabras.
Este tipo de afasia se puede encontrar en múltiples patologías, como la enfermedad de Pick, Alzheimer, degeneración corticobasal, enfermedad de la motoneurona y demencia frontotemporal.
2. Adicciones
Debido a su relación con el sistema límbico la investigación ha tratado de ver cómo la ínsula se ve implicada en la recompensa a nivel cerebral.
Varias investigaciones han visto que esta estructura está implicada en el desarrollo y mantenimiento de adicciones a algunas drogas, como el alcohol, la nicotina, los opiáceos y la cocaína, contribuyendo a que se continúe con la conducta.
La región insular está implicada en la integración de la información emocional y cognitiva, estando detrás del craving, es decir, del intenso deseo de consumir la sustancia.
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