¿Cuáles son las 4 diferencias entre Fobia Social y Timidez?

La timidez y la fobia social son a menudo consideradas la misma cosa. Aunque ambas comparten un componente de miedo y ansiedad, su naturaleza, severidad e implicaciones son radicalmente diferentes.

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No todas las personas somos iguales. Cada uno de nosotros nos comportamos de manera diferente en las diversas situaciones que se nos presentan, ya que todos nosotros contamos con un estilo de personalidad y una historia de vida particulares.

En la actualidad, parece que la timidez no está muy bien vista. Cuando vemos a una persona reservada que apenas habla en público y que se muestra inhibida en las situaciones sociales, automáticamente asumimos que es alguien inseguro, altivo e incluso desagradable.

Sin embargo, este concepto tan negativo de la timidez no es nada acertado. Con frecuencia, se afirma que la timidez es prácticamente lo mismo que la fobia social. Sin embargo, son muchas las diferencias que indican que esto no es así.

Mientras que la fobia social constituye un problema psicológico que interfiere en el bienestar de la persona, la timidez es una característica de personalidad que no siempre implica malestar. En este artículo vamos a detallar qué son la fobia social y la timidez y cuáles son las diferencias esenciales entre ambos conceptos.

¿Qué es la timidez?

La timidez es, ante todo, una característica de personalidad. Las personas que son tímidas no se sienten cómodas exponiéndose en público, por lo que desenvolverse en situaciones sociales supone para ellas un esfuerzo mayor que para quienes no lo son. La timidez hace que la persona tienda a mantenerse reservada, sin interactuar con quienes están a su alrededor, ya que esto le produce cierto grado de ansiedad por temor a ser juzgada.

Cuando alguien posee una personalidad más bien tímida, tiende a adoptar una actitud reservada y prudente con los demás. Por ello, es habitual que estas personas prefieran relacionarse con grupos reducidos.

La timidez no siempre se encuentra relacionada con el malestar psicológico. Hay personas tímidas que funcionan de manera adaptada en su vida cotidiana y movilizan recursos para lidiar con esas situaciones que les producen ansiedad. Sin embargo, hay otras que verán limitada su habilidad para formar relaciones sociales, por lo que tenderán a llevar a cabo conductas de evitación que pueden derivar en un importante aislamiento.

Así, la timidez no es reconocida como un trastorno psicopatológico, pues cuando esta se intensifica hasta llegar a extremos preocupantes podríamos estar hablando más bien de una fobia social. La timidez como tal no tiene por qué suponer un problema, pues esta constituye, al fin y al cabo, un estilo de relación con los demás en el que prima la introspección y el control emocional frente a los demás.

Aunque hoy en día ser tímido no está de moda, esta tendencia es más habitual de lo que parece. De hecho, todos los niños atraviesan una etapa de marcada timidez y miedo a los extraños entre los seis y doce meses, lo cual funciona como un mecanismo de protección para favorecer la proximidad con la figura de apego. Lejos de ser un trastorno psicológico, la timidez puede ser una forma de entender el entorno y adaptarnos a él desde la prudencia y la tranquilidad.

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¿Qué es la fobia social?

A diferencia de la timidez, la fobia social sí es considerada un trastorno, que concretamente se califica como un trastorno de ansiedad. La fobia social siempre acarrea un importante nivel de sufrimiento para quien la experimenta, ya que produce un intenso miedo irracional ante las situaciones sociales y la interacción con otras personas. El motivo de fondo es un intenso miedo a ser juzgado o ridiculizado ante la mirada de los demás.

En este caso, el miedo de la persona afectada es tan elevado que no es capaz de lidiar con las situaciones ansiógenas. Por ello, esta adopta conductas de evitación en su día a día que interfieren con su funcionamiento normal. En aquellos casos en los que la exposición es inevitable, la persona puede terminar experimentando una crisis de ansiedad.

El miedo termina por dominar toda la vida del paciente, que si bien es consciente de que se trata de un temor irracional, no es capaz de manejarlo. Dependiendo de cada persona, la fobia social puede darse de forma generalizada en todas las situaciones o bien ser específica y limitarse a ciertos escenarios.

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¿En qué se diferencia ser tímido y sufrir ansiedad social?

Como vemos, es cierto que no todo son discrepancias entre ambos conceptos. En realidad, la timidez y la fobia social comparten el componente de miedo, el temor al juicio ajeno y a la exposición en público. Los dos generan ansiedad en la persona afectada, aunque por supuesto la intensidad de esa respuesta emocional es marcadamente distinta en cada caso.

Es por este motivo que algunos profesionales de la psicología apuestan por concebir ambas realidades como extremos de un continuo y no como categorías separadas. De esta forma, la severidad y las limitaciones que impone el miedo determinarían si una persona es simplemente tímida o si sufre una fobia en toda regla. A continuación, vamos a analizar las diferencias entre ambas.

1. El grado de evitación

En el caso de la timidez, estamos hablando de un estilo de relación en el que la persona opta por mostrarse más comedida por temor a ser juzgada en público. Sin embargo, la mayoría de personas tímidas son capaces de emplear recursos y estrategias para gestionar su ansiedad en los escenarios sociales, por lo que no suelen llegar al extremo de evitar tales situaciones. Aunque deban hacer un esfuerzo extra, suelen salir del paso y ajustarse al contexto en la medida de lo posible.

Sin embargo, cuando hablamos de una fobia social la situación es mucho más grave. La persona está sujeta a un miedo intensísimo e irracional, por lo que ni siquiera puede exponerse a los escenarios sociales. En los casos más graves, el mero hecho de imaginarlos puede desencadenar una fuerte respuesta emocional. Por ello, en este caso será preciso el apoyo de un profesional, ya que de lo contrario la situación se puede complicar y perjudicar seriamente la salud mental de la persona.

2. Las situaciones ansiógenas

En el caso de la timidez, normalmente las situaciones temidas suelen ser estrictamente sociales. Las personas tímidas no se sienten del todo cómodas en grupos grandes o escenarios en los que hay demasiada gente.

En cambio, en las personas que tienen una fobia social suele existir una tendencia ansiosa ante otras situaciones de la vida, aunque el punto fuerte sean los entornos en los que hay una exposición evidente al juicio y opinión de los demás. Detrás de las fobias se pueden llegar a encontrar motivos más profundos, que van más allá de un simple estilo relacional. Por ejemplo, una persona con fobia social que es incapaz de hablar en público puede haber sufrido acoso escolar en la niñez.

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3. El componente fisiológico

Esta es otra diferencia bastante marcada entre timidez y fobia social. En el caso de la primera, la ansiedad que se vive ante las situaciones sociales es baja o moderada, por lo que los cambios fisiológicos no suelen ser demasiado intensos. Una persona tímida puede sentir algo de sudoración en sus manos, su pulso se puede acelerar un poco… pero nada de esto supondrá algo notorio e incluso puede ser imperceptible para los demás.

Sin embargo, la fobia social tiene un componente fisiológico mucho más acusado, hasta el punto que la persona puede experimentar una fuerte crisis ansiosa. Aparecen taquicardias, temblores, molestias gastrointestinales, etc, que son evidentes para los demás. Como ya comentamos, en las fobias más graves es posible que esta cascada fisiológica se produzca ante el mero hecho de imaginar o anticipar la situación ansiógena.

4. Limitaciones asociadas

En el caso de la timidez, hablamos de un estilo relacional en el que puede aparecer cierto temor o ansiedad ante la presencia de otras personas. Sin embargo, las limitaciones de esta característica de personalidad suelen ser pocas, ya que la persona es capaz de esforzarse por salir de su zona segura y exponerse. Por tanto, las interferencias que esto tiene en la vida cotidiana son mínimas si las comparamos con las de la fobia social.

Las personas que sufren este tipo de fobia son incapaces de exponerse sin sufrir una crisis, por lo que la solución que encuentran es sencillamente evitar. Las conductas de evitación dan pie a un círculo vicioso, por el cual cada vez son más los escenarios temidos y la intensidad del miedo. Así, son muchos los casos de personas que terminan por ser incapaces de salir de su propia casa, ya que el miedo domina toda su vida. Sobra decir que este es un problema muy serio que anula la vida normal de quien lo sufre, por lo que resulta esencial la ayuda profesional para resolverlo.

Conclusiones

En este artículo hemos hablado acerca de las diferencias existentes entre la timidez y la fobia social. Normalmente, se asume que ambos conceptos son sinónimos, pero nada más lejos de la realidad. Lo cierto es que la timidez constituye un estilo de relación en el que la persona experimenta cierta ansiedad ante situaciones sociales, por lo que opta por mostrarse comedida y prudente.

En cambio, la fobia social es un serio trastorno psicopatológico que produce un intenso miedo irracional ante escenarios en los que uno se expone a la opinión y juicio de los demás. Aunque ambas comparten el componente de temor, sus implicaciones y severidad son bien diferentes.

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