Astenia primaveral: causas, síntomas y tratamiento

La astenia primaveral es la sensación de debilidad y de falta generalizada de vitalidad a nivel tanto físico como mental. Analicemos sus bases psicológicas y las mejores formas de abordar esta situación.

Astenia primaveral

La fatiga, cansancio o falta de fuerza después de realizar un trabajo físico o mental son experiencias completamente normales desde un punto de vista psicológico y fisiológico. Este estado representa una clara falta de energía y necesidad de reposo, pues por ejemplo, cuando un ser humano corre durante una hora puede quemar hasta 900 kilocalorías.

La glucosa sanguínea y el glucógeno muscular se degradan para que las células del sistema locomotor puedan realizar las labores en momentos de estrés fisiológico, así que es normal que nos sintamos faltos de energía tras realizar una actividad física. Por otro lado, el cerebro consume unas 350 kcal cada día, lo que supone el 20% de lo que un ser humano medio suele gastar. Por ello, la actividad mental también puede resultar extenuante, tanto o más que la física.

De todas formas, hay una clara diferencia entre el cansancio normal y la astenia o fatiga crónica, pues en los últimos casos nos encontramos ante cuadros clínicos que se consideran enfermedades y, como tales, deben ser tratados. Si quieres saberlo todo sobre la astenia primaveral y sus efectos sobre el organismo, sigue leyendo.

¿Qué es la astenia o fatiga crónica?

La astenia es un término médico que hace referencia al cansancio prolongado. Si concebimos la sintomatología como una serie de círculos concéntricos dentro de una misma figura, veremos que la zona más externa de la enfermedad es la fatiga o cansancio, el evento normal producto de la actividad física. Por otro lado, la fatiga crónica es aquella que se presenta de forma repetida sin una causa física concreta, o lo que es lo mismo, la parte internalizada pero intermedia dentro la figura concéntrica.

Por último, el síndrome de fatiga crónica (SFC) es el núcleo del círculo, la variante más grave de aquello que concebimos como fatiga. Una persona con síndrome de fatiga crónica presenta un cansancio severo, disfunciones cognitivas, problemas para dormir, disfunciones anatómicas y una marcada dificultad para realizar las actividades del día a día.

Según los criterios internacionales avalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona presenta síndrome de fatiga crónica si cumple los siguientes puntos:

  • El paciente presenta fatiga crónica continuada durante al menos 6 meses. Esta no es resultado de esfuerzos ni mejora con descansos y ocasiona una reducción considerable de las actividades ocupacionales.
  • No presenta otras patologías que puedan desembocar en fatiga crónica.
  • Tiene 4 o más de los siguientes signos, los cuales también persisten por un mínimo de 6 meses: trastornos de memoria, faringitis, dolor articular, dolor muscular, cefaleas intensas, sueño no reparador, malestar que dura más de 24 horas tras un esfuerzo y/o adenopatías ganglionares.

Como puedes ver, no es lo mismo una astenia esporádica que un síndrome de fatiga crónica. El primero es un evento transitorio, mientras que el segundo se caracteriza por síntomas físicos persistentes en el tiempo. Se estima que al menos 2 millones de estadounidenses sufren SFC en cualquier momento dado, aunque su etiología y motivos de aparición continúan siendo un misterio para la comunidad científica.

Astenia

La astenia primaveral y su relación con el ambiente

Según el artículo científico "Astenia primaveral. Perspectiva nutricional", publicado en el portal Elsevier, los expertos no valoran la astenia primaveral como un cuadro clínico por sí mismo. Como hemos dicho, para que una astenia sea considerada patológica debe mantenerse por al menos 6 meses, así que un cuadro de fatiga aislado durante el inicio de la primavera no cumple estos criterios, aunque dure incluso toda la estación.

A nivel psicológico, se estipula que este cansancio estacional es de tipo somático, así que se trataría en todo caso de un síntoma más en el marco de otras enfermedades (que pueden tener un patrón estacional o no). Por ejemplo, las personas alérgicas o asmáticas con cuadros subclínicos podrían sentir astenia primaveral, debido a que los efectos de las patologías les hacen “pasarlo peor” a nivel psicológico que durante el resto del año.

Por otro lado, portales médicos como Sanitas sí que estiman que la astenia primaveral tiene bases fisiológicas claras. Según esta compañía proveedora de servicios de salud, la fatiga estacional afecta a casi la mitad de la población con la entrada de la primavera, de forma más o menos evidente. Esto podría cimentarse en las siguientes bases ambientales:

  • Cambio del tiempo: se ha demostrado que el cuerpo se “agota” a nivel fisiológico para intentar mantenerse fresco cuando las temperaturas son muy altas. El aumento de la tasa metabólica causa fatiga.
  • Cambio de horario: adelantar los relojes una hora puede trastocar la rutina del paciente, haciendo que este se muestre un poco más cansado de lo habitual durante unos días.
  • Aumento de las horas de luz: cuanto más se expone al organismo a la luz, más tarda en sintetizar melatonina y en llegar al pico óptimo (en mitad de la noche, cuando estamos profundamente dormidos).

Todas estas justificaciones parecen coherentes, pero resulta más sencillo fijarse en la primera hipótesis planteada a la hora de explicar la astenia primaveral. Los cambios en el tiempo, la luz y la hora juegan papeles esenciales en nuestro bienestar, pero los relojes biológicos de nuestro organismo se encargan de modular estas respuestas en base a los ritmos circadianos exógenos. Por ello, a nivel evolutivo, el cambio de una estación no debería traducirse en una falta de energía y malestar.

¿Qué hacer ante la astenia primaveral?

La astenia y el malestar psicológico son dos caras de la misma moneda. Aunque a veces se asocie la fatiga generalizada a trastornos físicos (infecciones, enfermedades autoinmunes o cáncer, entre otros), la realidad es que en la mayoría de los casos, el cansancio físico es signo de un agotamiento emocional.

Cuando tu cuerpo siente sensaciones negativas de forma continuada, a veces tiende a somatizar el problema, es decir, puedes sentir malestar físico que no se puede explicar por ningún evento orgánico. No te imaginas que te duelen secciones de tu cuerpo, sino que realmente percibes un dolor real e identificable a causa de un trastorno psicológico.

Por ello, para tratar la astenia (sea esta primaveral o no y si todos los análisis médicos han salido bien) el mejor camino a seguir es acudir a los profesionales de la psicología y de la medicina. La terapia cognitivo-conductual es muy útil en estos casos, ya que ayuda a los pacientes a detectar qué los hace sentirse cansados y los ayuda a que traten de evitar estos eventos. Sin duda, ponerse en manos de un especialista en psicología es la mejor decisión si tu cansancio no está fundamentado en una enfermedad física.

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Terapia astenia
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