Los 6 tipos de acné (y sus características)

El acné no inflamatorio es muy común y se puede solucionar con ciertos cuidados caseros, mientras que las variantes inflamatorias requieren un tratamiento farmacológico controlado.

Tipos acné

El acné, conocido a nivel médico como Acne vulgaris, es una enfermedad crónica y multifactorial que tiene lugar cuando los folículos pilosos se ven obstruidos por células muertas y aceites producidos por glándulas especializadas de la piel. Se estima que esta patología de la unidad pilosebácea afecta a 40 millones de personas en todo el mundo, incluyendo a niñas desde los 11 años y niños desde los 12.

Se trata de una enfermedad de la piel típica de adolescentes, pues más del 90% de las personas jóvenes sufren en algún momento de su desarrollo algún tipo de acné, siendo grave en aproximadamente el 20% de los casos. De todas formas, un 10% de los pacientes muestran edades entre los 35 y 44 años, razón por la cual también se deben tener en cuenta los cuadros de acné en adultos.

La genética es uno de los factores más importantes en su desarrollo, ya que se estima que más del 50% de los pacientes con acné tienen un familiar de primer orden que lo sufre. El gen IGF-1 se ha asociado en múltiples casos a este cuadro, calculándose que la tasa de heredabilidad general es de un 50 a un 90%.

Otros factores como la dieta, el estrés, las infecciones y la actividad hormonal pueden favorecer la aparición de acné o que este se vuelva más agresivo. Con base en estas premisas, te presentamos los 6 tipos de acné y sus características en las siguientes líneas. No te lo pierdas.

¿Cómo se clasifica el acné?

El acné es una patología de aparición secuencial que tiene lugar en los folículos pilosos (unidad pilosebácea), en los cuales se encuentran glándulas sebáceas productoras de aceites, que lubrican y mantienen al cabello sano y fuerte. Estas glándulas vierten sus contenidos sobre la piel a través de los “poros”, cuya disfuncionalidad marca el inicio del cuadro clínico.

Al inicio de la patología, se produce un sobrecrecimiento de células epidérmicas superficiales (corneocitos), lo que provoca que la salida del folículo piloso quede taponada. Las glándulas sebáceas del paciente también se muestran hiperreactivas, así que producen más sebo del que deberían y, encima, esta sustancia queda atrapada dentro del folículo.

Aquí es cuando entran en juego los microorganismos bacterianos, en específico, la bacteria Cutibacterium acnes. Este agente usualmente comensal se alimenta de los ácidos grasos secretados por las glándulas sebáceas, así que este medio taponado y aislado es un verdadero paraíso para él. Por desgracia, en lo que proliferan, estas colonias sintetizan enzimas que degradan algunos componentes de la epidermis y, además, ponen sobre aviso al sistema inmune.

Esto produce degradación tisular local, formación de pus y respuestas inflamatorias por parte de nuestros glóbulos blancos. Así es cómo se desarrollan los cuadros más graves de acné, que corresponden al 20% de los cuadros clínicos totales y dejan marcas incluso después de su resolución.

Ahora, ya conocemos qué es el acné de forma general. Estamos listos para presentarte los 6 tipos de esta condición en las siguientes líneas, así que no te lo pierdas.

1. Acné no inflamatorio

En este grupo se engloban las espinillas y los puntos negros de toda la vida, aquellos que no tienen por qué asociarse a un cuadro grave. Este cuadro clínico no genera una respuesta inflamatoria y, por tanto, el paciente no presenta la cara o espalda enrojecida e inflamada.

1.1 Espinillas

Las espinillas son las eflorescencias primarias del acné, y surgen cuando el folículo se tapona debido a un evento de hiperqueratosis, tal y como hemos dicho en líneas previas. Los andrógenos circulantes promueven la liberación de sebo a nivel epidérmico y, por tanto, es común que las espinillas aparezcan sobre todo en la adolescencia, momento en el que se produce un baile hormonal muy pronunciado.

En las espinillas, Cutibacterium acnes aún no ha proliferado en el entorno del folículo piloso, así que no surgen las respuestas inflamatorias mediadas por el sistema inmune, ni el daño de los tejidos. Por ello, al desaparecer, estas formaciones no dejan cicatriz. De todas formas, cabe destacar que nunca hay que explotar una espinilla: lo único que se consigue es dejar expuesta la zona a organismos patógenos.

Espinilla

1.2 Puntos negros

Los puntos negros y las espinillas son dos caras de la misma moneda. Mientras que una espinilla es un comedón “cerrado” (debajo de la superficie de un poro que no abre al exterior), un punto negro se encuentra en contacto con el medio. Como curiosidad, cabe destacar que esta formación adquiere un color negro por su oxidación, no por la acumulación de suciedad.

Los comedones solares son una forma de punto negro muy llamativa que aparece con la edad, pero que no se encuentran relacionados de forma directa con el acné. Afectan a zonas que han estado expuestas a la luz solar durante mucho tiempo, siendo estas generalmente las áreas que rodean a la nariz y los pómulos.

2. Acné inflamatorio

Como podrás sospechar, en esta categoría englobamos los cuadros clínicos que van “un poco más allá”, es decir, empezamos a tener en cuenta infecciones bacterianas y respuestas inmunitarias. Te diseccionamos cada una de las variantes aquí comprendidas.

2.1 Pápulas

Una pápula se define como una lesión superficial en la piel de forma circunscrita, elevada, de bordes bien definidos y con un contenido interno sólido. Se trata de un punto quístico sólido de naturaleza planteada menor de un centímetro de diámetro, que en este caso aparece por la rotura de las paredes que rodean al folículo piloso, a causa de la inflamación severa.

La inflamación, como ya hemos dicho anteriormente, se produce por la infestación de C. acnes en el folículo afectado. Cuando el paciente presenta un número alto de pápulas epidérmicas, el acné empieza a considerarse como moderado o severo.

2.2 Pústulas

La mayor diferencia entre una pápula y una pústula es que, en este caso, el contenido interno de la lesión es líquido. Por ello, suele presentarse en forma de una especie de “espinilla” más grande y llamativa, en forma de llaga pequeña e inflamada. Presentan un color enrojecido e inflamado.

2.3 Nódulos

El acné nodular o nódulo quístico forma parte del cuadro de acné severo, pues afecta a capas más internalizadas de la piel (dermis). Los nódulos surgen cuando los folículos pilosos sufren una irritación prolongada y, además, presentan infiltraciones inflamatorias compuestas primordialmente por linfocitos y células gigantes (en el caso de las pústulas, la infiltración es de naturaleza neutrófila).

Cuando hablamos de acné nodular, las probabilidades de desarrollar cicatrices se multiplican. Además, debido a la naturaleza internalizada de la lesión, no se puede tratar desde casa. En esta variante, acudir a un dermatólogo con presteza se hace esencial, pues se debe tratar con medicamentos específicos.

Nódulos

2.4 Quistes

El acné quístico aparece cuando se combina de forma crónica la acción del sebo almacenado, las bacterias, la inflamación inmunológica y las células epidérmicas muertas. Afecta a capas de la piel aún más internalizadas que los nódulos, así que en estos casos se espera siempre que la lesión sufra un proceso de cicatrización.

Es el tipo de acné más severo de toda la lista y, aunque no pone en peligro la vida del paciente, requiere un tratamiento dermatológico inmediato. Por desgracia, las consecuencias de este tipo de acné son las alteraciones de las facciones del rostro y la aparición de cicatrices de difícil abordaje, lo que se traduce en general en una confianza disminuida por parte del paciente.

Resumen

Como has podido ver, las espinillas y los puntos negros no se consideran cuadros patológicos. A pesar de ser las eflorescencias primarias en el acné (todo empieza con ellas), no requieren un tratamiento farmacológico urgente, pues no hay infección ni respuesta inflamatoria.

Por otro lado, el acné papular, pustular, nodular y quístico son variantes de la enfermedad que van empeorando a distintas escalas, en función de la extensión de la infección y de las capas de la piel que se ven afectadas. Finalmente, con la variante nodular y quística, el paciente puede acabar con un cuadro de difícil tratamiento y la posterior manifestación casi asegurada de cicatrices faciales. Por ello, tratar de forma farmacológica estos cuadros es esencial.

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