Las 5 diferencias entre anorexia y bulimia (explicadas)

Hablar de trastornos de la conducta alimentaria implica hablar de los dos más frecuentes: la anorexia y la bulimia. Aunque ambos son ampliamente conocidos, realmente no siempre están claras las diferencias entre ellos.

Diferencias anorexia bulimia

Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) constituyen todo un reto sanitario para la población actual. Las cifras de afectados por este grupo de psicopatologías ha llegado a tal magnitud que se puede hablar, sin lugar a dudas, de toda una pandemia de salud mental. Cuando este tipo de problemáticas relacionadas con la alimentación comenzaron a aparecer en la población hace unas décadas, el perfil prototípico era el de una adolescente en los huesos que se negaba rotundamente a comer.

El tratamiento ante este escenario consistía en devolver a la joven a un estado nutricional saludable mediante un ingreso hospitalario. Una vez que recuperaba el normopeso, esta era dada de alta y regresaba a su vida sin nada más que el mensaje “tienes que comer” recibido por parte de médicos y familiares.

La problemática de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

Hoy en día este panorama ha cambiado mucho. El número de pacientes con diagnóstico de anorexia y/o bulimia ha crecido, aunque esto puede explicarse, en parte, porque hoy día se detectan muchos más casos que antaño. Actualmente, los TCA y la dinámica que los caracteriza son mucho más conocidos, aunque aún no se ha dado con un tratamiento eficaz para todos los pacientes. Los terapeutas que trabajan día a día con los problemas alimentarios suelen sentirse, en ocasiones, frustrados, pues el tratamiento y la consiguiente recuperación nunca siguen un curso lineal.

Por el contrario, hasta que un paciente con TCA llega estar totalmente recompuesto se suelen alternar mejoras y recaídas y, en general, se trata de procesos terapéuticos largos. A pesar de todo lo dicho, cada vez se obtienen más progresos. A día de hoy, alrededor del 50% llega a recuperarse totalmente de este serio problema, mientras que un 30% lo hace de manera parcial y un 20% convive de forma crónica con el trastorno. Además, los pacientes suelen recibir tratamiento con mucha más precocidad que antes, de forma que es poco habitual llegar a estadios de gran deterioro físico.

También es importante señalar que el tratamiento actual es mucho más completo que en el presente. La recuperación del estado físico es, por supuesto, esencial, pero esta es solo el primer peldaño de una larga escalera de avances por dar. La sintomatología visible, manifestada en forma de atracones y restricciones, es sólo la punta de un gran iceberg. Por esto, el tratamiento debe ir más allá de lo superficial y profundizar en aspectos nucleares como las relaciones vinculares, las emociones y los afectos de la persona.

Los TCA son, como la mayoría de trastornos psicopatológicos, multifactoriales. Esto significa que nunca tienen una causa única, sino que aparecen como resultado de la confluencia de múltiples variables. Entre los aspectos que alimentan la aparición de estos problemas se encuentran, por supuesto, las redes sociales. Estas han servido como una ventana amplificadora de los mitos sobre la comida, la perfección extrema y ciertas modas como el ayuno intermitente y el real fooding.

Si a esto le añadimos otros ingredientes (vínculos no saludables las figuras de apego, límites difusos de los roles en la familia, anteposición de los deseos de los otros antes que los propios, necesidad de control, baja autoestima, etc.) tenemos el caldo de cultivo ideal para que un trastorno alimentario llame a la puerta. En este artículo trataremos de diferenciar los dos principales trastornos de la conducta alimentaria más comunes: la anorexia y la bulimia.

Trastornos conducta alimentaria

¿En qué se diferencian la anorexia y la bulimia?

Como decíamos, dentro de los llamados trastornos de la conducta alimentaria podemos encontrar varios tipos, aunque los dos más comunes y conocidos son la anorexia y la bulimia nerviosas. Cabe señalar que, aunque frecuentemente se habla de anorexia y bulimia como categorías diagnósticas separadas, lo cierto es que esto no es exactamente así en la realidad clínica.

Muchas veces se observa cómo una misma persona atraviesa períodos más tendentes a la bulimia que se alternan con otros más cercanos a la anorexia. De igual forma, la sintomatología es, muchas veces, mixta. No obstante, conocer los cuadros diagnósticos en la teoría es importante, ya que sirve como guía para la intervención posterior. A continuación, vamos a ver las diferencias entre anorexia y bulimia.

1. Pérdida de peso

Una primera diferencia importante tiene que ver con la pérdida de peso. En la anorexia esta es una característica central, de forma que la paciente muestra un índice de masa corporal (IMC) inferior a lo considerado normal de acuerdo con su edad.

Por el contrario, en el caso de la bulimia no se produce pérdida de peso. Este aspecto hace que la bulimia sea difícil de detectar, especialmente en los primeros estadios del trastorno. La paciente bulímica muestra un IMC normal e incluso puede tener ligero sobrepeso. Esto se explica debido al ciclo de atracones y purgas propio de la bulimia.

Los atracones consisten en episodios donde la persona pierde el control de sí misma e ingiere cantidades desorbitadas de alimentos, eligiendo habitualmente aquellos ricos en azúcares y grasas. Tras estos episodios, la paciente experimenta fuertes sentimientos de culpa y ansiedad, por lo que procede a realizar conductas compensatorias con el fin de evitar la ganancia de peso.

Lo más habitual es recurrir al vómito, aunque también hay quienes emplean laxantes y diuréticos con este fin. Se conoce que las purgas sistemáticas provocan una ralentización del metabolismo, lo que facilita la ganancia de peso. Esto se debe a que, aunque el organismo no puede asimilar el contenido que vomita la persona, sí que reduce su gasto energético basal.

Anorexia

2. Atracones

Como decíamos, la bulimia es un trastorno cuya característica nuclear es la existencia de atracones, que pueden ir o no seguidos de conductas compensatorias. En cambio, en la anorexia no observaremos el descontrol de la ingesta propio de la bulimia. Una paciente anoréxica nunca será capaz de ingerir altas cantidades de calorías debido a que su estricto control se lo impide. Solo en algunos casos, tras varios días de restricción, puede llegar a saltarse su autoimposición de no comer y probar, por ejemplo, un bocadillo. Sin embargo, esto no es objetivamente un atracón propiamente dicho, aunque la paciente sí lo viva como tal.

3. Vómitos

En las anorexias de tipo purgativo se pueden producir vómitos al igual que en la bulimia. Sin embargo, la diferencia entre ambos reside en el antecedente. Mientras que en la bulimia el vómito es una estrategia compensatoria que se produce tras un atracón, en la anorexia aparece tras una ingesta normal. Esto va en la misma línea de lo que comentamos anteriormente. Aunque objetivamente en la anorexia no se produzcan atracones, las pacientes lo viven como si estuvieran ingiriendo cantidades propias de un episodio bulímico.

Bulimia

4. Control

El control es un elemento central en los TCA en general. Sin embargo, la relación que las pacientes tienen con el control será muy diferente dependiendo de si hablamos de anorexia o bulimia. En el caso de la anorexia, se observa como existe un fuerte deseo de control. Este se manifiesta a través de la comida en forma de férrea restricción calórica.

Sin embargo, la rigidez con los alimentos es sólo un reflejo de patrones inflexibles a un nivel más profundo. Esto hace que las personas con anorexia sean extremadamente perfeccionistas, amantes del orden, brillantes académicamente…Este control absorbe tanta energía que apenas quedan reservas para actividades sociales o de ocio. Las relaciones con los demás quedan apartadas, no existe interés por la socialización ni deseo sexual de ningún tipo. El ocio queda restringido muchas veces a actividades relacionadas con la comida o el ejercicio, pero nunca más allá.

En el caso de la bulimia podemos observar el polo opuesto, pues existe un absoluto descontrol. Las personas que sufren este trastorno alimentario suelen tener un pobre control de los impulsos y muestran patrones de conducta tan caóticos como su forma de alimentarse. Es habitual que haya fases de absoluta desinhibición, manifestada en forma de promiscuidad sexual, compras excesivas, apertura social… que se alternan con etapas totalmente contrarias de reclusión, inhibición y rechazo de las relaciones sociales.

5. Emoción

A nivel emocional también observaremos patrones muy distintos en ambos casos. En la anorexia es frecuente que se produzcan dos fenómenos conocidos como anhedonia y alexitimia. La primera refiere a la incapacidad para disfrutar de las cosas, mientras que la segunda consiste en la dificultad para identificar y expresar las propias emociones, lo que suele llevar a una profunda desconexión emocional y un afecto muy plano.

Las pacientes suelen relatar sus propias vivencias, incluso aquellas muy dolorosas, de manera neutra y carente de emoción. Además, suelen analizar y procesar todas sus experiencias no desde sus emociones, sino desde la lógica y la racionalidad. Generalmente, quienes sufren este trastorno suelen desempeñarse muy bien académicamente, por lo que el registro de la lógica y la razón les resulta mucho más cómodo que el de los afectos.

En el caso de la bulimia nos encontramos, de nuevo, con el polo opuesto. Lo que caracteriza el estado emocional de alguien con bulimia es la inestabilidad. Las emociones se viven con muchísima intensidad, pero fluyen de forma excesivamente rápida y apenas permanecen. Esto hace que, al igual que en la anorexia, exista confusión acerca de las propias emociones, aunque como vemos es un matiz muy distinto.

Esta intensidad desmesurada de los afectos puede resultar desbordante para las personas que la sufren, por lo que es frecuente que además de atracones se utilicen otros medios de “alivio”, como las autolesiones. Al infligir daño a uno mismo, el dolor físico actúa como una suerte de anestesia del dolor emocional, algo muy propio de un cuadro bulímico.

Anorexia bulimia
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