Hay muchas maneras de concebir la crianza de los pequeños del hogar, y muchas maneras de intentar aplicar normas de comportamiento que permitan ir estructurando su comportamiento de una manera adecuada. Sin embargo, no todas son recomendables y consistentes, e incluso algunas pueden llevar a obtener el resultado contrario al deseado.
Lo más importante es saber aplicar esas reglas desde la crianza respetuosa y no desde la pura unilateralidad. En las siguientes líneas veremos varias ideas acerca de cómo lograrlo.
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¿Cómo educar a un hijo o hija desde la crianza respetuosa?
Estas son varias ideas clave a tener en cuenta a la hora de educar a un hijo partiendo del respeto y de una autoridad sólida y realmente funcional.
1. Hay que lograr que entiendan las normas del hogar
Comprender este conjunto de reglas que regulan el comportamiento en casa no solo significa saber qué es lo que se puede hacer y lo que no se puede hacer. Además, implica entender el porqué del origen de esas normas, su razón de ser; en una palabra, para qué sirven realmente.
De no ser así, las normas supondrán una fuente de frustración, porque tan solo serán capaces de ver su lado negativo y les parecerá incluso cruel tener que limitar su libertad sin motivo aparente simplemente porque los mayores de la casa así lo han determinado.
Así pues, hay que aportar una explicación acerca de cómo surgió la idea de aplicar cada una de las normas a seguir. Estas explicaciones deben estar adaptadas a la capacidad de comprensión del hijo o hija, y en este sentido es recomendable aportar pequeñas líneas narrativas o “historias” cortas, en vez de descripciones complejas y llenas de matices acerca de los peligros y riesgos a evitar o las necesidades a satisfacer mediante el cumplimiento de esas reglas.
2. Invitarles a adoptar responsabilidades
Además de lo anterior, otro de los elementos fundamentales de la crianza respetuosa pasa por no asumir que los más jóvenes de la casa son simplemente personas a las que hay que proteger y educar. Incluso si son muy pequeños, es recomendable mostrarles que contamos con ellos para contribuir al buen funcionamiento de la convivencia y de las dinámicas del hogar. Poner la mesa, fregar el suelo, ordenar su habitación… Dependiendo de su edad, la complejidad de estas tareas puede ser mayor o menor.
¿Cómo lograr que se involucren en ello? Lo más recomendable es no caracterizarlo como una imposición unilateral, sino como una manera de mostrar que es una persona que cada vez crece más, pareciéndose poco a poco a las personas adultas y asumiendo paulatinamente sus roles y formas de comportamiento. Así, realizar estas tareas reforzará su autoestima, al ser una evidencia de que es alguien respetado en casa, y le motivará para implicarse en el buen funcionamiento de las relaciones en el hogar.
3. Los límites deben ser claros
Las normas deben estar muy bien definidas, para que se sepa fácilmente lo que está bien y lo que está mal. De este modo, no solo se minimiza el riesgo de incumplirlas, sino que también se reducen las probabilidades de que nuestro hijo o hija sienta que ha sido víctima de una injusticia en caso de que no las haya respetado pero no sea consciente de ello.
4. La importancia de la asertividad
La clave de la asertividad está en encontrar un equilibrio entre el respeto por uno mismo y el respeto por los demás. Por ejemplo, hay padres y madres que evitan expresar su enfado por el mal comportamiento de su hijo o hija simplemente para evitar el malestar que eso generaría; y hay otros que son demasiado tajantes a la hora de expresarse cuando quieren dar una reprimenda a los pequeños de la casa. Por eso, muchas técnicas de psicoterapia tienen como objetivo entrenar en asertividad a padres y madres con poca experiencia previa en la crianza de hijos.
5. Más allá de las palabras, hay que dar ejemplo
Las normas no sirven de nada si se limitan a ser letras escritas en un cartel colgado en la nevera. Tan solo serán realidad si todo el mundo las cumple de manera consistente. Por eso, no hay que olvidarse que este conjunto de normas suponen un compromiso por parte de todas las personas que están conviviendo.
6. La autoridad pasa por saber motivar
En la paternidad y la maternidad, la autoridad ante los pequeños de la casa no significa imponer respeto, sino más bien motivar a trabajar en equipo y cada uno desde sus posibilidades. Por eso, hay que saber aportar elementos agradables e ilusionantes a la vida de los niños y niñas, quienes ven en los mayores una potencial fuente de conocimiento interesante y de experiencias nuevas.
7. Los tiempos al recompensar y al castigar son claves
Es muy importante que las consecuencias de un buen comportamiento y de un mal comportamiento se plasmen objetivamente cuanto antes, sin dejar que pasen muchas horas o incluso días. De no ser así, los pequeños no aprenderán de sus errores ni de sus aciertos.
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