Tempo cognitivo lento: ¿qué es y cuál es su causa?

Una serie de síntomas han sido asociados por años con el TDAH. ¿En qué consisten exactamente?

Tempo cognitivo lento

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo relativamente común (5% aproximadamente de los niños en edad escolar) y se caracteriza por hiperactividad y/o déficit atencional. Puede estar presente un único síntoma, o expresarse de forma mixta (los dos).

No obstante, en los años setenta se observó un tercer grupo de síntomas que hasta hoy no había recibido la misma consideración que los anteriores, pese a que podría tratarse de un tercer factor independiente: el tempo cognitivo lento.

Y es que muchos autores consideran el tempo cognitivo lento como una modalidad del TDAH inatento, mientras que otros se oponen a esta posibilidad y lo postulan como un problema de diferente naturaleza.

En este artículo abordaremos ocho síntomas comunes del tempo cognitivo lento, trazando similitudes y diferencias respecto al TDAH en lo relativo a su expresión clínica.

Tempo cognitivo lento: ¿qué es?

A pesar de que el tempo cognitivo lento fue concebido originalmente como una dimensión del TDAH en su subtipo inatento (apareciendo en uno de cada tres casos del mismo), hoy en día se reconoce que puede estar presente no solo en este contexto, sino también cuando predomina la hiperactividad como expresión clínica. No obstante, existen casos en los que se presentan los síntomas del tempo cognitivo sin evidencia de ninguno de los otros dos, sino como fenómeno independiente y con entidad propia.

Es por este motivo que muchos psicólogos y psiquiatras consideran que podría tratarse de un trastorno independiente a las modalidades más conocidas de TDAH, con capacidad para reducir la calidad de vida de quienes pudieran padecerlo. Pese a ello, no cuenta con criterios diagnósticos consolidados en los manuales, y las pruebas para su detección siguen siendo escasas o vinculadas con las tecnologías para la evaluación del TDAH.

El conocimiento sobre los síntomas del tempo cognitivo lento reviste un enorme interés, por tratarse de un fenómeno que está recibiendo un volumen de investigación creciente y que en el futuro podría incorporarse como una entidad clínica nueva, facilitando el diseño de medidas terapéuticas orientadas a cubrir las necesidades del colectivo afectado y de sus familias.

Procedemos a explorar el modo particular en el que este se manifiesta. Es necesario tener en cuenta que un 60% de los niños con tempo cognitivo lento presenta síntomas propios del TDAH, por lo que cabe la posibilidad de que se trate de un fenómeno clínico independiente pero perteneciente a un mismo espectro.

1. Soñar despierto o estar en las nubes

Los niños con tempo cognitivo lento pueden mostrarse ensimismados, como si estuvieran pensando en algún asunto que atrapa toda su atención, hasta el punto de mostrar una baja reactividad ante los sucesos externos o los intentos deliberados por reclamar su interés.

Se trata de niños que parecen somnolientos, como si estuvieran lastrados por una notable ausencia de energía. Es por ello que tienden a estar alejados del ritmo de sus compañeros en los contenidos que se imparten en el aula, lo que les hace sentir rezagados en todas las dinámicas que se puedan utilizar (individuales o grupales). En ciertos casos es posible que el niño duerma durante las clases, o se muestre en un estado de aparente sopor que no puede explicarse por falta de sueño o cansancio.

2. Confusión habitual

Los niños y niñas con tempo cognitivo lento parecen confusos, como si lo que ocurre en el exterior resquebrajara sus inercias mentales y tuvieran que dedicar mucho esfuerzo para la recuperación del foco atencional. En muchos casos refieren encontrarse abrumados por los ambientes que contienen múltiples estímulos sensoriales que lidian por su atención, como si estos les resultaran difíciles de procesar.

Esta confusión puede ser el resultado de cierto compromiso de las funciones ejecutivas, un conjunto de dominios cognitivos de orden superior necesarios para poner en marcha un proceso de planificación adecuado, solucionar problemas complejos o tomar consciencia de nuestros propios procesos mentales. En gran parte, se trata de recursos que dependen de la integridad estructural y/o funcional de la corteza profrontal.

3. Mirada fija

Una de las conductas más llamativas de estos niños (y que es captada con facilidad tanto por sus padres como por sus profesores) es la de quedarse inmóviles, con la mirada fija en un punto indefinido y ojos inexpresivos.

Pueden mantenerse de esta guisa durante un periodo largo de tiempo, haciéndose evidente que se encuentran inmersos en un pensamiento que dista en extremo de lo que está ocurriendo en ese instante. Es una conducta de la que se infiere tanto inatención como confusión.

4. Apatía y escaso compromiso en las tareas

Los niños con tempo cognitivo lento suelen mostrar una evidente falta de motivación por implicarse en tareas escolares, las cuales no suponen para ellos un estímulo de suficiente importancia como para dedicar su tiempo y su esfuerzo. Pueden pasar largas horas tratando de finalizar sus ejercicios, pues se distraen en otros asuntos irrelevantes o no mantienen un esfuerzo sostenido hacia su resolución. Es por ello que, con frecuencia, puede convertirse en un momento que viven como aversivo.

Cuando las tareas se vuelven más exigentes, se observa gran ausencia de compromiso por adquirir los conocimientos que se requieren para su comprensión, por lo que es frecuente que surjan dificultades académicas. En todo caso, las dinámicas pedagógicas estándar de los centros educativos no abren la posibilidad de que estos niños aprovechen sus recursos cognitivos sin una adecuada adaptación del currículo.

Por último, esta apatía se traduce también en una aparente falta de entusiasmo, que puede conllevar cierta carencia de fuentes de ocio o de esparcimiento. Resulta difícil encontrar una actividad que estimule su motivación, lo que se acaba produciendo una falta de motivos para sentir satisfacción por las destrezas o las habilidades.

5. Lentitud motriz

Los niños con tempo cognitivo lento pueden mostrar cierto enlentecimiento psicomotor, que se expresa en forma de movimientos lentos o dificultades en la coordinación (en los casos severos), y que se hace evidente durante el juego con los compañeros o en las sesiones de educación física más exigentes. A veces se describen como torpes, señalándose que no pueden seguir el ritmo del grupo, tanto en las tareas que requieren un esfuerzo físico como en las que la demanda es intelectual.

Tal lentitud no puede explicarse por cansancio o fatiga, ni tampoco se asocia a problemas de sueño, nutrición carencial o alteración cerebral (ataxia, por ejemplo). El diagnóstico de tempo cognitivo lento permite articular programas de pedagogía terapéutica específicos, los cuales redundarán en una adaptación más adecuada al contexto escolar y en la prevención de los trastornos emocionales que a menudo se han identificado en este colectivo.

6. Procesamiento lento de la información

Los estudios que se han diseñado con el fin de explorar el perfil cognitivo de los niños con tempo cognitivo lento evidencian la existencia de una afectación variable en la velocidad de procesamiento de la información, la atención y las habilidades de tipo metacognitivo. Se trata de procesos de orden superior vinculados a la actividad de la corteza prefrontal, y que se han considerado como elementos constitutivos de las funciones ejecutivas humanas.

La velocidad de procesamiento de información describe la capacidad de gestionar demandas ambientales, y de distribuir recursos mentales para optimizar el modo en que las afrontamos. En el caso de niños con tempo cognitivo lento, se aprecia un desbordamiento en los procesos cognoscitivos cuando los estímulos se vuelven complejos o se presentan diferentes fuentes de información compitiendo simultáneamente por captar la atención.

Precisamente en lo tocante a la atención, se ha descrito que estos niños tienen problemas para orientar el foco de la conciencia hacia un estímulo concreto durante periodos de tiempo largos (atención sostenida). Si bien es natural que a partir de cierto momento se produzca un declive en tareas de vigilancia, en estos niños ese pico de resistencia llega mucho antes de lo previsto, erosionando su capacidad para mantenerse orientados y conscientes de lo que sucede a su alrededor. Esta alteración es común tanto al tempo cognitivo lento como al TDAH inatento.

Adicionalmente, se han señalado problemas para seleccionar la información relevante del entorno y obviar la accesoria (búsqueda de un estímulo en un espacio en el que este convive con una serie de distractores). En este caso, las estructuras neurales implicadas serían la corteza parietal, el giro precentral, la corteza oculomotora frontal, los colículos superiores y el tálamo. Esta alteración de la atención sí es distintiva del tempo cognitivo lento.

7. Síntomas interiorizantes

Los síntomas interiorizantes son frecuentes en niños con tempo cognitivo lento. Se oponen a los exteriorizantes, propios del TDAH con un predominio hiperactivo (conductas disruptivas, interrupciones, inquietud motora o pataletas). La depresión mayor es el trastorno comórbido más común, y el que además puede contribuir con más vehemencia al enlentecimiento de la motricidad y del pensamiento. Puede ser difícil de detectar.

Las alteraciones de la autoimagen, la timidez, la pobre autoestima y el aislamiento social también pueden presentarse; como resultado de la dificultad para interactuar con los demás y de los procesos de comparación respecto al rendimiento en las tareas escolares (el fracaso académico y el rechazo son los dos miedos más invalidantes al final de la infancia e inicio de la adolescencia). Estos síntomas son uno de los elementos diferenciales más relevantes respecto al tempo cognitivo lento y el TDAH.

8. Necesidad de más tiempo que los demás y errores académicos

Los niños con tempo cognitivo lento requieren una planificación de las actividades en la que se incremente el tiempo concedido para su finalización. Por otra parte, la dificultad citada en los procesos atencionales puede propiciar la comisión de más errores en las tareas, así como de despistes que conlleven la comisión de faltas ortográficas o de cálculo matemático.

El diagnóstico del tempo cognitivo lento suele ocurrir bastante más tarde que el del TDAH, por lo que a menudo las dificultades de estos niños se detectan con una notable demora. La definición clínica exacta de este trastorno del neurodesarrollo requerirá de más estudios en el futuro, pero se prevé que permitirá mejorar su identificación y reducir el impacto sobre la calidad de vida de quienes lo padecen.

Referencias bibliográficas

  • Servera, M., Sáez, B., Burns, G.L. y Becker, S.P. (2018). Clinical differentiation of sluggish cognitive tempo and attention-deficit/hyperactivity disorder in children. Journal of abnormal Psychology, 127(8), 818-829.
  • Tirapu-Ustárroz, J., Ruiz-García, B.M., Luna-Lario, P. Hernáez-Goñi, P. (2015). Sluggish cognitive tempo: an updated review. Revista de Neurología, 61(7), 323-331.
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